Todas las esquinas son redondas

Seudo-novela en constante contrucción que trata de un santiaguino común y corriente que subitamente se encuentra en una situación que le hará cambiar su forma de ver la vida.

martes, diciembre 11, 2007

CAPÍTULO VI


Había despertado muy temprano el sábado. Pensé en llamar a Esteban para ir a jugar tenis al estadio municipal pero cuando me recuperé de mi cama y abrí las cortinas noté que estaba muy nublado y que pronto comenzaría a llover, por su puesto que no podría jugar tenis con este clima.

Siempre he pensado que para las personas que vivimos solas los días de lluvia son días muy tristes y de recogimiento. Creo que muchos recordamos los días más felices de cuando éramos niños: el ludo, el monopolio (o metrópolis), los tarros de manjar, las sopaipillas, las galletas, las estufas a parafinas y ese sentimiento de calor familiar y de regalonear con la mamá o el papá y estar todo el día en pijama jugando y riendo sin tener la posibilidad de aburrirse. Pero cuando vives solo, ni con la mejor calefacción sientes ese calor; todas las paredes de tu casa, por pequeña que sea, están frías; la televisión es aburrida, todas las películas que tienes no quieres verlas, tus discos los consideras obsoletos, tus libros no te llaman la atención y necesitas con urgencia a alguien, cualquier persona.

Busqué la posibilidad en mi mente de llamar a alguna amiga que me hiciera una compañía en mi pequeño departamento, dándole un poco de calor a este horrible lugar, pero al recordar que había perdido mis contactos me deprimí mucho más. Pensé en ir a casa de mis padres, pero de alguna manera deseche la posibilidad ya que no quería mostrar mi cara de perdedor por allá. Miré el reloj, eran recién las nueve de la mañana y con algo de inseguridad llamé a Esteban, se demoró en contestar su celular.


- Chucha!!! ¿Si? ¿Diga? ¿No? ¿Aló? – Me contestó con un claro acento de que estaba recién despertando, haciéndome sentir aun más mal de ser tan inoportuno.

- Sociate, Esteban, soy Marco – Contesté tímidamente
- Puta hueón, son las nueve de la mañana ¡¿Pasa algo malo?!
-
Es qué…
-
¡No me asustes! ¿Qué pasó? – En su tono pude darme cuenta que ya estaba completamente despierto
- Hermano…
- ¡Pero dime!
-
Nada loco!!! – grité – Necesito un poco de compañía, eso…. Sorry – terminé bajando ostensiblemente el tono de voz.
-
A chucha estai deprimido? Tú? Marco Mas? – dijo en tono irónico – Espera, voy a buscar un lugar más privado para hablar.
-
Ok
-
Yo también estaría deprimido si doy jugo y me emborracho cuando voy a tirar con dos minas ricas, la Dennisse le contó a la Coté y no te cuento nada lo que pasó!!!
-
Hermano, porque no te venis a mi casa aquí seguimos conversando?
-
MmMmM sabes Marco, estoy en el departamento de la Coté, pero sabes ? sí!! voy a ir para allá, le diré a la Coté que te queris suicidar o algo así. Yo igual necesito conversar
-
Te pasaste, nos vemos – le corté.

Al dejar el teléfono sentí como mi departamento adquirió calor imediatamente, pensé en la importancia de los amigos, de los verdaderos amigos. La conversación me animó muchísimo y para esperar a Esteban puse el disco clásico de Deep Puerple, “The Manchinne Head” y me puse a ordenar y al hacer el aseo de mi hogar. You ‘re lazy…” versaba la canción. Siempre me pareció paradógico que cuando me estimulaba a hacer cosas, ponía esa canción no sabiendo que decía “tú eres flojo” … creo.

Alrededor de una hora se demoró Esteban al llegar a mi departamento, supe por el ruido que hacia el tuvo de escape de Honda en una mañana silecionsa dónde sólo se escuchaba el salpicar de la lluvia de otoño. Esteban venía demaciado alegre lo que me alegró mucho más, el solo verlo hizo olvidar mi depresión.

- Güena hermano – me dijo saludandome al estilo de pandillero gringo – Hey Dude – El siempre hablaba en inglés, probablemente con Coté hablaban mucho inglés entre ellos.
-
¿Qué tal viejo? Gracias por venir necesitaba conversar con alguién. Me di cuenta que sólo te te tengo a ti… ¡puta que soy quema'o! – dije en tono irónico pero al mismo tiempo chistoso.
- ¿Pa’ que estan los amigos? – me abrazó – Loco deja contarte la cagadita que pasó el otro día en la casa de Coté.

- Bueno, yo me fui con la crespa y la gringa…

- Sí lo sé, puta que se rieron las minas de ti – me dijo y me avergoncé – El asunto es que yo estaba esa noche súper molesto por el asunto de la marihuana y como algunas personas fumaban sin pudor.

- Ya…

- La cosa es que en un momento me puse a discutir con la Coté y le dije estúpidamente molesto “Puta drogadicta” entonces la pobre María José estuvo como una hora llorando como una desquiciada encerrada en el baño dicendo de que nadie la habia tratado así , de que ella no era una persona para ser tratada así , etc, etc

- No sabía que eras tan diplomático y sensible!!! hueón – dije seriemente mientras le servia un café a mi amigo

- No sabes lo mal que me sentí, pero creeme que esta cosa de la droga me descompone y menos con la Coté , ella tan “cuica”, tan fina, tan elegante, tan educada.

- ¿Pero que pasó?

- Bueno en ese momento llegó la Dennisse que venía de dejar a Heidi del hotel y pudo consolar a la Coté, la Coté me echó cagando… Ya en ese momento habíamos bajado a su departamento, la fiesta ya había terminado y me dijo “que me fuera a la mierda que no me quería ver”.

- ¿Ya?

- Entonces Dennisse me acompañó hasta abajo del edificio y me dijo que fueramos a tomar un café para conversar, yo accedí y allí me contó lo de tu historia... la cosa que en el café me comentó sobre la Fundación, sobre la gente, sobre la marihuana igual una conversación bien adulta y seria.
- ¿pero qué poh?
- El asunto es fui a dejar a la Dennisse nuevamente a la casa de la Coté y después me fui para mi casa.

- ¿Y eso es todo? – me mostré como aburridamente sorprendido.

- El asunto que durante el siguiente día pude conversar con la Coté, pedirle las disculpas correspondientes , no te cuento lo que me costó… El asunto que llegué a un acuerdo con la Coté y necesito tu ayuda, amigo mio.

- Sale hueón, no me metai en tus asuntos privados, yo ya tengo caleta de problemas y no voy a ir a hablar con la Coté, además tu sabes que si bien nos llevamos bien, no tengo confianza suficiente – dije con aire temeroso

- No hombre, no quiero que hables con ella, mira – y metiendose la mano al bolsillo sacó una cajetilla de cigarrillos y al abrirla me mostró un cigarro artesanal, por su puesto que deduje que era marihuana.

- Chucha, ahora voy soi’ marihuanero también, no te cuento nada lo que me hizo esa cosa el otro día, casi me muero. Así que sáca esa cosa de mi casa por favor - le dije con un tono de molestia.

- Marco, con la Coté no estamos muy bien y le saqué este cigarro para probarlo y saber que siente ella con esta huevada. Tú sabes que amo a esa mujer y que haría cualquier cosa, hasta drogarme!! Sabes lo que pienso de las drogas.

- ¿Y por qué no te drogai en tu casa y solo? Esa huevada es ilegal y peligrosa para el organismo

- Marco, me da miedo, por eso quiero que estés tú conmigo cuando yo fume…

Me sentí muy extraño, yo necesitaba urgentemente a mi amigo en mi soledad mas ahora es él el que me pide un gran favor, es como el dice el dicho “fuiste por lana y volviste trasquilado”. No sabía que hacer. En ese momento la lluvia paró y comenzó a despejar y apareció reluciente la ciudad de Santiago con su verde y la montaña empezó a asomarse entre las nueves, no cabía duda que sería un día muy bonito.

- Ok, te ayudaré, pero no fumaré , estaré cerca de ti por si te pasa algo así te llevo al hospital – le dije.

- De acuerdo, pero conduce mi Honda con cuidado si quedo inconsiente o me dá algún tipo de conmoción o espasmo ¿Ok?


Nos subimos al auto y fuimos lo más lejos que pudimos rumbo a la precordillera, en el camino no hablamos de nada, Esteban se veía nervioso. Seguimos en busca de algun lugar alejado dónde no nos encontraramos con nadie pero que si pasara algo estaríamos seguros de encontrar cierta ayuda así que decidimos ir al Parque Mahuida, un parque publico en dónde hay unos senderos precordilleranos y bastantes arboles y pasto. Al llegar al parque nos pusimos a caminar para buscar algun buen lugar para nuestra fechoría, un lugar privado y alejado pero como no hace mucho había parado de llover la tierra esta mojada y el pasto muy húmedo, así que nos sentamos sobre gran roca al costado de un sendero.

Esteban sacó el cigarro y me lo pasó junto con un encendedor.


- No, no, no, yo ya probé eso y es muy malo, sólo te vengo a acompañar para que tú te droges, sólo tú!

- Ups – me miró aterrorizado


Puso el cigarro en su boca, prendió el encendedor y dío una prominente y decida fumada. Soltó el humo con fuerza con una cara de placer bastante especial, volvió a repetir la pitada.


- ¿Cómo te sentís? – Le pregunté muy preocupado
-
Nada – me dijo con seguridad – esto no hace nada y volvió a fumar - de hecho el olor no es tan desagradable, no me pica la garganta y el sabor no es malo – y me ofreció el cigarro prendido.
- ¿En serio? – dije
- Sí, hombre mira – volvió a fumar
- ¿A ver? – y tomé el cigarro y comencé a fumar con pitadas cortas con mucho miedo.


En realidad sentia el buen aroma y no me sentía para nada extraño así que volví a fumar mientras veía a Esteban como se levantaba y comenzaba a caminar por el sendero para contemplar, desde un mirador, la ciudad de Santiago como poca veces se vé sin esmog. Seguí fumando sin más preocupación y con mayor seguridad.


Al recuperarme para acercarme a Esteban y pasarle lo que quedaba de cigarro, noté que estaba viendo como detrás de una cortina de agua y me sentí felizmente embriagado, algo temeroso pero muy tranquilo, le toque el hombro a Esteban que estaba de espalda y al darse vuelta me asombré al verle los ojos de un rojo intenso y no pude aguantar una risa diciendole “Loco, tenis los ojos rojos!!” y a ambos nos dio un ataque de risa que debió haber durado varios minutos.


- Loco, estoy vola’o – me dijo riendo a carcajadas

- Yo, yo… - no podia hablar de la risa – yo, yo … yo también – seguimos riendo

- Loco, tengo sed – dijo Esteban y más reimos


En el más abosuluto jolgorio de risa pasaron por el sendero una pareja haciendo trecking y Esteban les pidió por favor un poco de agua ya que teníamos mucha sed, la mujer nos dio su botella de agua que estaba a la mitad y nos dijo “Marihuneros de mierda!” y con Esteban nos quedamos sentados en el suelo con apotiosico ataque de risa del cual nunca olvidaré.


- ¿Cómo te sientes Marco? – me preguntó.

- De maravilla y tú?

- Hace años que no me reía tanto.


Ya era pasado el medio día y una vez que nos recuperamos del ataque de risa nos pusimos a caminar en silencio por el sendero haciendo algunas paradas para sentarnos en algun prado o sobre alguna roca, estabamos demaciado relajados y desprejuiciados al mismo tiempo. La mañana comenzó a pasar entre conversaciones muy filosóficas, religiosas y científicas, conversamos desde la amoralidad del crimen hasta las políticas de urbanismo. También hablamos de mi y de cómo enfrentar mi situación de cesante y hablamos de las ganas de Esteban de pedirle matrimonio a María José y sus miedos de que la famalia de ella se niegue debido a que ella pertenecia a un nivel socio-económico bastante más elevado del cual nosotros participabamos.

Creo que esa tarde conocí verdaderamente a Esteban, mi compañero del colegio, el único de mis amigos que hizo el servicio militar; mi amigo que después estudió Ingenieria Comercial (con mención en Ventas) y que se desempeñaba bastante bien en la venta de propiedades (aunque nunca sintió orgullo de su trabajo), el fanático de los autos y la mecánica, el galán, el hombre siempre seguro… Ese día, con el juego de fumar marihuana, me dí cuenta que no era tan seguro y que me necesitaba, probablemente ese día lo quise más.

El tiempo pasó en el parque y el efecto de la marihuana al parecer ya había pasado, así que movidos por un hambre atroz bajamos a la ciudad a comer algo. Esteban condujo su auto en busca de una shoperría desesperado por un gran sandwich y no hablamos ni una sola palabra.

Después de dar varias vueltas llegamos a un local que vendía comida al paso y que era muy popular entre los taxistas, no hacia mucho tiempo que habían dado un reporteje de ese lugar en la televisión así que estabamos emocionados de conocer ese ya mítico lugar: “Tio Manolo”. Este no era un restoran sino más bien un kiosko en dónde se preparaban vienesas (salchichas) con todos sus aderezos desde la muy chilena vianesa completa (tomate + chucrut + salsa america + mayonesa) hasta la vianesa italiana (tomate + plata + mayonesa) y las demás variedad como la chaparrita (vienesa con queso) o el peruano (con ají) y mucho más. Además preparaban los famosos “As” que basicamente es un sandwich igual que las salchichas (o hot dog) pero en lugar del embutido, lleva carne picada cocinada a la plancha.


Debido que ya era la hora de almuerzo, el lugar tenía bastante público asi que seguimos la tradición santiaguina e hicimos ordenadamente la cola para pedir unos suculentos y frescos sandwich. No sabía que me pasaba pero sentía que las tripas se me retorcian del hambre y mi apetito era tan grande que llegué hasta babear mientras estaba en la fila.


- Puta que tengo hambre Marco y eso que me desayuné 2 huevos en casa de la Coté – me comentó muy angustiado Esteban.
-
Loco, yo estoy que me desmayo del hambre y no es chiste – dije
- Hola, que van a pedir – me dijo seriamente la mujer que estaba en la caja – si lo desean allí hay jabón líquido a base de alcohol – prosigió apuntando una botella inclinada que estaba en un soporte pegada a la pared.

- Uff ¿cual es la especialidad de la casa? - preegunté algo temeroso

- Mmmmm, todo. Por favor decidase, hay mucha gente que quiere ordenar.

- Es que no sabemos, ayúdeme!

- Mmmmm, bueno le recomiendo un “As Dinámico con salsa verde” es un como un “As completo” pero con palta y una salsa a base de cebolla y cilantro.

- Perfecto quiero dos y dos bebidas yo quiero una fanta

- Y yo quiero un jugo – me interrumpió Esteban- de manzana por favor y no te preocupes Marco, yo invito esta vez.


Pagamos y le pasamos el vale de la comida pagada al uno de los cocineros que estaba detrás del escaparate que tenía las salsas y los ingredientes desde donde se podia ver perfectamente lo que nos iban a preparar. Quedamos con la boca abierta (no sé si por el hambre o por el asombro) de ver que el sandwich preparado en un “pan lengua” llevaba demaciada carne y cada ingrediente que se le iba incorporando se hacia de una manera casi grocera lo que convertía al sandwich en monumento magnánimo a la comida al paso.


- Servido señores!! dos “As dinámicos con salsa verde”, acá tiene la bebida y el jugo. Allí hay sal, ají, mostaza y ketchup si lo desean – Nos dijo el cocinero pasandonos dos increibles “As dinámicos con salsa verde” que sinceramente se veían suculentos.


Ese almuerzo creo nunca lo olvidaré. Los sandiwchs eran tan grandes que había que hacer un verdadero esfuerzo para abrir la boca y fue inevitable botar algo de comida mientras dfisfrutabamos de nuestros muy novedosos “As dinámicos con salsa verde”. Debido a que estabamos en la calle no nos preocupó mucho el dejar basura en el piso y fue nuestra sopresa fue mayor cuando aprecieron unos perros callejeros que se encargaron de dejar el piso limpio.


Realmente lo que comimos estaba esquisito así que decidimos repetir la dosis debido al hambre que todavía teníamos. Con Esteban no nos dirijimos ni una sola palabra en todo el rato que estuvimos en ese kiosko y lo más curioso es que no me molestaba el no conversar con él, solo esperaba que me preparan otro sandiwch y al mirar a Esteban le veía una cara de felicidad muy especial que creo que no le había visto antes. Yo también me sentia feliz, sentía que este día había sido muy especial, estaba relajado, contento, pensaba en lo bueno que es la vida y lo afortunado que somos en tener lugares tan bellos como el Parque Mahuida en dónde la ciudad se entrega al espectador. Me sentía afortunado de tener hambre y encontrarme con un lugar como "Tío Manolo" y comer algo tan rico y ver a la gente a mi alrededor feliz con lo que estan comiendo.


Esa tarde Esteban me fue a dejar a mi departamento y justo en ese momento el tiempo cambio y comenzó a llover, volvi a mi triste departamento pero esta vez lo encontre bello y acogedor, me senté en mi cama y tome un libro cualquiera de mi colección, elegí al azar un libro de Garcia-Marquez “El Amor en los Tiempos del Cólera” y recordé que nunca lo había leido. Puse algo de música, algo ad hoc , referido al caribe, Colombia, algo tropical. Esa tarde la pasé muy contento sólo leyendo una gran novela al ritmo de Bellavista Social Club. Realmente la vida es muy buena.

miércoles, noviembre 29, 2006

CAPÍTULO V

Era un día viernes de Otoño y para sopesar los últimos acontecimientos decidí ponerme de acuerdo con mi madre e ir a almorzar con ella. Mis padres vivían un barrio del norte de Santiago, en la comuna de Recoleta llamado Población Lemus. Allí viví gran parte de mi infancia y mis días más alcohólicos de universidad junto a mis padres (Sandra y Marco), mis hermanos (Claudia y Raúl) y mi fallecida abuelita Rita.

Cuando éramos niños, con mi hermana sentíamos mucho temor de una casa del barrio de la que siempre se decía que era una casa del terror, dónde se torturaba personas y se decía que había muchos cuerpos enterrados en el patio de esa casa. Recuerdo que con mi hermana y algunos amigos, pasábamos corriendo delante de esta casa porque creíamos que iba a salir alguien de esa casa y nos iba a meter adentro y jamás íbamos a salir. Era común los comentarios que cuando desaparecía alguna persona del barrio, se decía que aquella persona había tocado la puerta de la “Casa de la Higuera” (así le llamábamos porque había una higuera que daba a la calle) o la habían pillado sacando higos o breas del árbol, entonces se creía que esa persona desaparecía de una manera misteriosa. Muchos años después, supimos que esa casa había sido un centro de detención ilegal de los organismos represores de la Dictadura de Pinochet.

Mi papá llevaba más de 25 años trabajando en un colegio católico que quedaba en el Barrio Bellavista; colegio en el cual cursamos todos los años de estudio mi hermana y yo ,y por supuesto mi hermano menor que aún va al colegio. Mi mamá trabajó por mucho tiempo en un humilde y pequeño colegio que estaba en los barrios más pobres que quedaban hacia el norte. La recuerdo viajando en su bicicleta y vanagloriándose que jamás le habían intentado robarla pese que en el barrio dónde ella trabajaba era extremadamente pobre, con casas de madera y cartón, y dónde en ese tiempo se estaba construyendo el alcantarillado. Realmente mi madre trabaja en un lugar muy marginal pero ella tenía razón: jamás le pasó algo malo. Como olvidar esos inviernos cuando mi papá la esperaba todo nervioso en la esquina de calle dónde vivíamos y cuando ella llegaba él la recibía con un apasionado beso que se le llegaban a salir las lagrimas... creo que las únicas veces que los vi besarse era en esa muy común (y al mismo tiempo especial) ocasión.

Mi mamá y se había retirado de la pedagogía el día que supo que mi hermano menor iba venir al mundo, dejando sólo a mi padre como proveedor de divisas al hogar pero jamás perdiendo su poderío magnánimo al interior de la casa y de las decisiones sobre sus hijos.

A las 13:30 estaba tocando el timbre de la casa de mis papás, me recibió mi mamá comentándome que Raúl tenía entrenamiento con el equipo de fútbol y que Claudia probablemente no llegaría a almorzar porque estaba muy agobiada en la universidad, no obstante me dijo mi papá iba a estar puntualmente a las dos de la tarde.

- Es increíble que el papá funcione como que si trabajase en un pueblo chico: trabaja en la mañana, viaja a almorzar a la casa y después vuelve a su trabajo, lo encuentro soberbio.- comenté.
- No sabes lo bien que le hace a tu papá y a mi que nos podamos ver y saludar a la hora de almuerzo, es una bendición que tu papá tenga ese trabajo.
- Ay mamá, el papá se tiene bien merecido su puesto como Jefe de la Unidad Pedagógica, es más debería ser el director del colegio ¿cuánto lleva allí? 25 años?
- Marquito, tu eras chiquitito cuando tu papá consiguió ese trabajo y decidimos comprar esta casa, sabes que no fue nada fácil al principio, las cosas no son como ahora, eran mucho más difíciles.
- Hola Marco!!! – me saludó mi papá entrando al living dónde conversábamos con mi mamá – Supe que estás cesante ¿qué pasó hombre? ¿reducción de personal o te mandaste una cagadita?
- Hola papá – lo saludé de beso – Todo bien, no te preocupes, bueno yo creo que fue algo injusto...
- ¿Cuéntenos poh mijo? – me dijo mi mamá – Ay, que estoy vieja!!!! estoy hablando como mi santa madre que en paz descanse.
- Bueno lo que pasó es que ayudé a un compañera de trabajo para que se fuera a ver a su hijo mientras que yo hacia su pega y mi jefe me cachó y me dijo que él estaba para solucionar eso y que yo había roto su confianza y bla bla bla...
- Bueno es un argumento significativo, a nadie, a ningún jefe, le gusta que lo pasen a llevar ¿y que vas a hacer? ¿has buscado trabajo?
- Pienso tomarme algunos días y bueno comprar el diario este domingo y buscar con calma.
- Marquito y porque no habla con su jefe para que lo acepte de nuevo – preguntó mi mamá sirviendo en la mesa un exquisito plato de carbonada.
- Guau!!!! Te pasaste mamá carbonada!!! No sabes hace cuanto tiempo que no como esto.
- Si vinieras más seguido podrías comer más seguido comida tradicional chilena
- Mamá!!! Ahora podré venir más seguido, sabes, no creo que sea justo para mi ir con la cola entre las piernas a rogar por pega
- El niño tiene razón, mejor que busque otro trabajo – comentó mi padre mientras limpiaba su boca.
- Oye, ya tengo 25 años y soy independiente eh?
- Almuerza mejor, se te va enfriar... oye te conté que con tu mamá probablemente viajemos a Cuba este verano.

- Cuba!!! Fidel!!! Playas!!! Ron!!! Que buena!!! No, no me habías contado y cómo? Oye que te ha ido bien en la pega eh!!! ¿o estás vendiendo películas pirateadas en el colegio? – Todos nos reímos
- Marquito!!! No sea así con su papá ¿le sirvo más?
- Marco, lo que pasa es que la corporación educacional sorteo unas vacaciones de una semana para dos personas entre los funcionarios que llevamos más de 20 años trabajando y la semana pasada me dijeron que yo fui uno de los beneficiados ¿qué tal Marco Mas y señora para Cuba?
- Estoy tan contenta, imagínate Marquito, Cuba, el caribe... la vamos a pasar chancho, eso si tu hermano chico está hinchando para que lo llevemos.
- Mamá estai loca, que ese se quede acá si ya es grande
- Lo mismo digo yo Marco – dijo mi papá – pero tu mamá dice porque no nos endeudamos y lo llevamos a él.
- Marco!!! – respondió mi mamá con una cara rara – dijimos que lo íbamos a conversar ok?

Seguimos conversando de temas banales, sobre la actualidad nacional, sobre algunos parientes algo lejanos, sobre el gobierno. Después de almorzar, mi padre se levanto rápidamente fue al baño a lavarse los dientes y salió disparado a su trabajo, mi madre se fue a trabajar en su nueva empresa: la confección de disfraces para niños. Yo me quedé en el living viendo televisión y dormitando...

Estaba soñando con una extraña situación en dónde la Xime era una modelo y yo un jugador de fútbol y que escapábamos de los paparazzis de la farándula y que conversábamos que no nos importaban los “dimes y diretes” de nuestra relación, pero yo estaba preocupados porque yo tenía que viajar a Europa a fichar por un gran equipo y Xime me podría poner los cuernos con algún otro colega.

- RING!!!! - sonó mi celular y desperté de una salto en sillón - Mamá que hora es? – grité
- Son las 6 de la tarde, te quedaste dormido y no quise despertarte.
- ¿Si? ¿quién es? ¿alo? ¿con quién hablo?– contesté mi teléfono con tono de somnolencia.
- Alo? Marco, eres tú
- Sí, ¿con quien hablo?
- Hola Marquito, soy la Xime

Salté nuevamente y recuperé para contestar con mi mejor voz. Me estaba llamando nada más ni nada menos que la Ximena Villar, la mijita rica de la Xime, la mujer más hermosa de la oficina y más despiadada también, pero ahora ella era mi amiga.

- Xime? Que gusto escucharte como estás? Cómo está tu hijo?.
- Estamos muy bien, oye Marco, cortito... te llamaba para que nos acompañes a tomar un trago con los chiquillos de la oficina, me harías muy feliz si vas
- MmmMm pucha aún no sé – dije con aire de interesante – mira mejor dime dónde van a estar y te aviso si voy ¿ok?
- Claro , mira vamos a estar en un bar que se llama Subterráneo en calle Orrego Luco en Providencia ¿lo ubicas?
- Si, lo ubico – jamás había escuchado de ese lugar – desde que hora hasta que hora van a estar allí?
- Desde las siete hasta no sé , hasta que se ponga aburrida la cosa
- Oka, allí estaré. Besos
- Chao.

Rápidamente, tomé una revista de modas y me fui al baño a hacer lo que hay que hacer. Mientras sentía el placer “freudiano” de una buena cagada leía la revista de modas pensando en el sueño que había tenido y la llamada de Ximena, pensé en los dos juntos, me lo imaginaba como esos típicos “rollos” de adolescente: juntos de la mano paseando por el Parque Forestal en una tarde de otoño con las hojas tapando el piso y una canción bien melosa de fondo, una canción así como “Close to You” de The Campeters (una antigua banda de los 70’s cuya máxima figura era una mujer anoréxica que al parecer murió de cáncer). Me reía de mí mismo mientras me levantaba de la taza del baño para lavarme las manos. Recordé que siempre en esta casa había un cepillo de dientes con mis iniciales escritas, busqué en el botiquín y estaba allí...

- Mamá debo irme, dame un beso, dale mis saludos a la Claudia y al “Conchito”.
- Marquito y ¿por qué no se queda a tomar once, sus hermanos deben estar por llegar?
- Es que mamá, tengo un compromiso y no quiero llegar tarde.
- Te vas a juntar con alguna amiga? Dame unos minutos y cuéntame de ella, es linda?
- Ay mamá!!! Cómo quieres que te cuente eso!!!
- Los hijos no deben tener secretos con sus madres – me decía mientras me peñiscaba las mejillas dándome muchos húmedos besos
- Pero mamá si no soy...un niño!!! – logré zafarme- Oye te llamo en la semana, créeme que estoy bien y pronto conseguiré un trabajo, saludos a los chiquillos.

Salir mi casa (perdón de la casa de mis padres) me costó más de media hora y una vez afuera caminé por mi antiguo barrio en dirección al paradero de la micro, pasé por la “Casa de la Higuera” y aun estaba maltrecha, con la pintura roída, el pasto largo y seco, sucia... pensé que probablemente estaba abonada o que sus inquilinos no eran personas muy pulcras, pero más pensé que aun sigue siendo una casa espantosa y siniestra y que probablemente los niños sigan hilvanando historias sobre esta casa.

Al llegar a mi departamento me duché con la obscena convicción de no masturbarme, no quise prender la televisión por miedo a tentarme con la película pornográfica así que puse uno de mis últimas adquisiciones musicales, adquirida antes de mi despido: un disco en vivo de la banda de punk-reagge argentino llamada Todos Tus Muertos.

Me bañé y me arreglé al ritmo de canciones como “Maté” y “El Féretro” y me emocioné muchísimo ya que me acorde de muchos carretes espectaculares en la universidad pero también me dio un poco de pena el pensar tantas borracheras y tantas oportunidades perdidas. Bueno ahora Marco Mas tenía una nueva vida, una de cesante, una vida adulta, una vida responsable. Me puse el perfume que le había gustado a Ximena y a la holandesa, también me puse la chaqueta nueva y peiné muy bien. Me miré al espejo y me di cuenta que estaba igualmente vestido a a la vez que había ido a la fiesta de la Coté, dónde estuve a punto de inscribir mi nombre en los albores de masculinidad con un espectacular trío internacional si no hubiese sido porque se me apagó la tele. Sí, con la misma ropa, parecía dibujo animado, no importaba...

Me demoré mucho para salir de mi casa, después tomé el metro para llegar a ese bar en Providencia. Tuve que preguntar si alguien conocía el bar “Subterráneo” mas sólo obtuve la información de la calle Orrego Luco, suerte que la calle era bastante corta no obstante me había bajado mal en el metro así que tuve que caminar casi diez cuadras para llegar a mi destino.

Y allí estaba, elegantemente atrasado, bien perfumado, mi pelo bien arreglado y mi chaqueta nueva, parado en frente del bar. Dudé si entrar, claro esa gente no eran amigos, es más me habían hecho la vida miserable por más de 2 años, no sabría que conversar con ellos, es más ellos siempre hablaban sólo sandeces con un casi nulo peso específico. Y si Ximena me humilla y vuelve a ser la maldita arpía que era en la oficina o esto es una emboscada y mis antiguos y torpes compañeros de trabajo me están esperando para golpearme...

Fue así que me quedé congelado a las afueras del bar sumergido en un océano de dudas, sentí un golpe en la espalda:

- Pero que bueno que viniste, hombre – era Richard, saludándome amistosamente – salí a comprar cigarros , por favor... entremos
- Oh si... es que realmente sólo paso a saludarlos porque voy por acá cerca – dije balbuceando y con un tono bastante temeroso.

Entramos al bar que estaba atiborrado de gente. Era un lugar bastante “kitch”, así como ambientado en la década de los ochenta. Se escuchaba la canción “Es por amor” del grupo argentino G.I.T., pero no era una grabación sino la música de un karaoke y de una mujer que cantaba bastante bien. Los garzones vestían pantalones amasados de colores naranjo, amarillo y rosado, usaban poleras manga larga con estampados con motivos playeros en la espalda y zapatos “Pluma” de colores lila y rosado. La paredes del local tenían afiches de programas de televisión de los ochenta como Los Bochincheros y Magnetoscopio Musical, habían algunos de películas como Indianna Jonnes y Tiburón, definitivamente era un lugar bastante especial, aunque no era mucho de mi gusto debido a que siempre he pensado que la década de los ochenta es el tiempo de la decadencia artística, cultural y social de Chile.

Siguiendo a Richard llegamos a una mesa dónde estaba José Luis y Eduardo tomando unos tragos, me saludaron muy alegremente, se notaban que habían llegado hace un tiempo y que ya iban por segundo o tercer el trago. Me dio mucha pena darme cuenta que Ximena no había venido y me sentí ridículo al pensar que ella me había invitado para estar con ella, quizás no era así. Me negué a preguntar por ella no obstante no aguanté y pregunté si ella había venido y se había ido o simplemente no llegó. En ese momento la gente empezó a aplaudir porque la mujer que cantaba en el karoke comenzó a cantar “Material Girl” de Madonna. Moviéndose muy sexy y sensual, comenzó a acercarse a nuestra mesa, allí me di cuenta que esa mujer era la Xime y me estaba cantando a mi. Entré en pánico , no sabia que hacer, me quedé nuevamente congelado, mi corazón latía a mil pulsaciones por minuto, la gente aplaudía como acompañando la canción mientras Xime me miraba y cantaba “Some boys try and some boys lie but...”, no atiné a nada... sólo a tomar un trago que estaba servido en la mesa y me lo bebí al seco. En eso terminó la canción “...Living in a material world” y en el bar todos dieron un gran ovación a la Xime quien se sentó con nosotros muy alegre saludándome de un húmedo y largo beso en la mejilla muy cerca de la boca. Allí sólo tuve una seguridad, ir por otro trago.

Antes de llegar a la barra preferí pasar al baño; la performance de Ximena me había dejado total y absolutamente loco y tenía que enfriar mi cabeza y pensar con claridad, no podría reaccionar como un adolescente de dieciséis años. Oriné y me cuestioné el no haberme masturbado, quizás eso me hubiera dejado más estable emocionalmente, me mojé la cabeza y fui a la barra a pedir un trago y justo estaba ella recibiendo un trago del barman.

- Marquito que rico verte, pucha me alegro que hayas venido – me dijo ella haciendo un salud con su trago
- Quiero un ron con cola-cola, que no sea nacional – dije en tono de galán al barman
- Mira, Emilio – me indicó al barman – es el administrador y barman de este lugar y me acaba de regalar este trago por cantar
- Tu amiga canta preciosa, le comentaba que si le interesaría montar un show para los viernes y sábados – me comentó el barman saludándome
- Oye… no es mala idea – dije
- Sólo es un hobbie – rió ella – ven vanos donde los chicos a conversar – me tomó de la mano y me llevo nuevamente con la gente.

Es divertido “re-conocer” a la gente, tengo que reconocer que la conversación con Richard, Lalo, J.L. y Ximena fue bastante amena, pasó por temas como los niños y la familia, alguna que otra anécdota de las vacaciones y mucho tiempo en hablar de lo maldito que es Claudio Jara (mi ex jefe), las malas condiciones laborales actuales y chismes de ribetes casi épicos de algunos compañero de trabajo.

- ¿Se acuerdan de la mina que cambiaba de AFP? – comentaba José Luis
- Una mijita rica de ojos claros? - preguntó Richard
- Sí, una bien rica – ratificó José Luis – con unos ojos verdes como la Scarlett Johansson en la película La Isla.
- Ya poh Passalacua – bromeó Eduardo haciendo alusión a un crítico de cine chileno.
- Buena esa minita – prosiguió José Luis – tiene agarrado como de los testículos a Calor Olivares, no si lo conocen , es uno de los jefes del área comercial, de marketing. El asunto que como saben ustedes yo a él lo conozco porque nuestros hijos van a la misma escuela de fútbol. Carlos es un tipo exitoso, con una muy linda familia (que tengo el agrado de conocer) y me da lata que lo estén acosando, ni él ni su familia se merece eso.

Una risa maquiavélica me inundó pero la reprimí. Carlos Olivares era el sujeto que yo había seguido en mi inspirada pero corta carrera de detective y podía dar fe que el sujeto no era realmente victima de la desgracia. Realmente no quise burlarme así que opté por cambiar de tema.

- Oye José Luis y que vas a hacer ahora que no tienes trabajo, has visto algo?
- Oye Marco, lo mejor que le pudo pasar a J.L. fue el despido – dijo Eduardo mientras comía un poco de maní – él estaba postulando a un trabajo en una mina hacia tiempo.
- Que bien J.L., te felicito – brindé por José Luis.
- Y bueno, esa perra – volvió sobre el tema José Luis – tiene amenazado a Carlos de que va ir con el cuento que son amantes con al señora si no le pasa plata.
- No me digas – se sorprendió la Xime
- Hay muchas mujeres así – replicó Richard con una mirada de bastante molestia de la Ximena, ya en ese momento mis ex compañeros comenzaban a aflorar los efectos del alcohol.
- ¿Y si realmente es la amante? – dije yo – Ya no serían tan perra la mina y el malo sería Olivares
- Puta que sois suspicaz huevoncito – me amenazó vulgarmente José Luis – si yo te digo que Carlos es un hombre cabal es porque lo conozco – y bebió un trago con mucha molestia
- Se me había olvidad lo ordinario y desubicado que eres – repliqué – no cachai que ese hueón es un fresco y se caga a la señora?
- Y dale que las gallinas mean, por eso no te pescábamos en la oficina...NO CACHAI QUE LA HUEONA ES UNA PERRA CULIA’A COMO CASI TODAS LAS MUJERES
- Yo me voy de acá, roto mal educado – se levantó la Xime y salió disparada de la mesa tirando 3 mil pesos a la mesa
- Xime, no te vayas!!! – tiré un par de billetes a la mesa y salí detrás de ella – espérame!!!

Al alcanzar a la Ximena le propuse que fuéramos a bailar a alguna discoteque ya que aun era temprano, a ella le gustó la idea pero me dijo que debía volver a su casa ya que la estaba esperando su hijo y ella le había dicho al niño que iba a llegar temprano. Le pregunté si andaba movilizada ya que yo podría llevar a su casa, me dijo que andaba en auto y que no me preocupara, así que nos despedimos cordialmente y Ximena entró a un estacionamiento subterráneo a buscar su auto. Yo caminé al paradero a esperar la micro ya que me di cuenta que a esa hora el metro ya no pasaba y no me alcanzaba el dinero para un taxi. Me senté a esperar la micro con cierto sentimiento de frustración, cuando sentí que me tocaron una bocina.

- Marco!!! Sube, te llevo a tu casa – era Ximena en su auto – ¿y cómo ibas a llevarme a mi casa si no andas en auto?
- Pensaba pagar un taxi, pero después me di cuenta que no tenía plata – dije subiéndome al auto rápidamente – te pasaste, gracias!! – y me abalancé sobre ella dándole un apasionado beso en la boca que ella correspondió.

Ella condujo una o dos cuadras para salir de la avenida en la que me recogió y una vez que paró el auto en una pequeña y oscura calle, comenzamos a besarnos apasionadamente si decir ninguna palabra. En cosa de segundos sentí una erección e inmediatamente comencé a acariciar sus duros y grandes senos, su aliento más alterado me hacia excitarme más y más. Su boca mezclada con un ligero aroma a alcohol le daba una suavidad especial y su lengua jugaba más que la mía al interior de mi boca. En cada beso la temperatura subía y las caricias se hacían menos respetuosas. Busqué con mis manos su entrepierna pero ella súbitamente dejó de besarme y arreglándose un poco la ropa me preguntó dónde vivía encendiendo nuevamente el auto. Intenté besarla nuevamente mas ella me hizo un sensual ademán de que no precipitara. Le dije dónde vivía y me fue a dejar a mi departamento.

Cuando llegamos me bajé del auto y apoyado en la ventanilla la invité a pasar. Ella me dijo que no podía, sacó un lápiz y anotó su número teléfono en una servilla, se acercó a la ventana del auto me agarró con sus brazos quedando la mitad de mi cuerpo dentro del auto, me besó apasionadamente y me dijo “llámame” metiendo la servilleta en el bolsillo superior de mi chaqueta.

martes, julio 04, 2006

CAPÍTULO IV

A las 9:30 PM sonó la alarma del teléfono, salté de la cama a la ducha y me bañe por un buen rato. Allí en la ducha recordé mi nueva faceta de “metrosexual” así que me afeité muy bien, peiné mi cabello y usé aquel perfume que me había comprado. Pensé en que ese mismo perfume le había gustado mucho a Ximena, así que me arreglé bien y use mi chaqueta nueva también.

Ya eran las 10:30 cuando puntualmente Esteban me toca la puerta, y como yo conocía de su extraña puntualidad (en Chile nadie es puntual) y sólo para evitar problemas, yo ya esta listo y dispuesto.

- Qué tal hermano - me saludó cuando entró en mi departamento
- Bien poh loco, cesante, ayer me echaron de la pega – le conté
- Puta que mala amigo mío ¿y como estai de ánimo? – se sentó en mi cama y vio la sospechosa mancha en las sábanas y la película en el video grabador de Jenna Jameson – y me dijo.
- Chucha cesante y pajero!!! JA JA JA JA JA !!!
- Más respeto con los que sufren el flagelo del desempleo – comenté para seguir el chiste pero con mucha vergüenza.
- Oye “tennager wanker, shake the worn!!!” vamos loco que la Coté quiere que llegue temprano. - ¿Qué significa lo que me dijiste?
- Nada loco, Nada, vamos.

Bajamos a la calle y nos subimos al espectacular Honda Civic del año ’90 de mi amigo Esteban. Él era un fanático de los autos Honda y su antigua joya la mantenía mejor que a su polola y que cualquier cosa o persona que le importara. El auto era de color azul marino, con una llantas de aleación negras y con un pequeño “spoiler”. En su interior le había instalado un manubrio de palo de rosa, butacas especiales y tenía una radio que tocaba mp3’s, con conexión USB y una pantalla de líquido que se podían ver hasta películas, creo que la radio y los parlantes valían más que todo el auto.

Esteban condujo por Avenida Irarrázabal al Oriente hasta llegar a Avenida Américo Vespucio y de allí hasta el norte hasta Avenida Príncipe de Gales, donde a unas pocas cuadras estaba el departamento de la Coté. La María José (La Cote) vivía allí sola hace más de dos años y era una exitosa abogada hija de un diplomático, así que ella hablaba inglés y conocía muchísimas partes del mundo. Recuerdo cuando Esteban la conoció en el verano del ’99, cuando juntos y con varios amigos arrendamos una cabaña en Pucón (IX Región de Chile). Nunca la habíamos pasado tan bien ni habíamos gastado tanta plata en un par de semanas.

Fue en una discotheque que conocimos a la Coté, ella estaba con varias amigas pero el único que pudo flirtear y conquistar fue mi compadre. Él siempre fue un ganador con las mujeres.

- Ya llegamos, creo que la Coté iba a estar con unas amigas de la universidad desde las seis de la tarde, tú sabes... a conversar cosas de mujeres – dijo Esteban.
- ¿Hace cuanto tiempo que no veo a la Coté? Estoy tratando de hacer memoria – le comenté
- No sé, un par de meses. Hace tiempo que no te juntas con nosotros. ¿Estai saliendo con alguien?
- Con la Manuela Palma Callosa JA JA JA JA JA
- JA JA JA JA JA – se rió también Esteban de mi chiste – bueno te cuento que la Coté tiene unas nuevas amigas bien ricas y con costumbres bastante “raras”, les gusta fumar marihuana y la Coté le ha comenzado a gustarle la cosa también. Yo estoy bastante complicado con el tema pero tampoco quiero ser exagerado, pero si me preocupa que mi amorcito tenga estos nuevos y tóxicos vicios ¿me entiendes?
- Chucha no sabia que la Coté era una drogadicta.

Esteban me miró con una cara de odio e incomprensión así que le pedí las disculpas. Nos bajamos del auto caminamos hasta el vestíbulo del edificio y le dijimos al conserje que íbamos a la terraza al asado de María José. Subimos por el ascensor y cuando llegamos la terraza esta llena de personas , la gran mayoría mujeres. Al entrar se acercó la Coté en evidente estado de embriaguez y besó efusivamente a Estaban, después me miró y grito “Marco, que rico verte!” y me dio un gran abrazo y un húmedo beso en la mejilla.

La María José (la Coté) vestía unas calzas negras ajustadas y sobre ellas una minifalda de cuero, sobre su pecho usaba un sexy peto que cubría con un pequeño chaleco, no había nada que analizar: ella se veía preciosa y con esa alegría que da la intemperancia se veía muchísimo más atractiva.

Si pensarlo dos veces nos servimos Estaban y yo dos buenos tragos de ron con Coca-Cola y comenzamos a conocer los demás participantes de la fiesta que ya llevaba varias horas. Creo que Estaban conocía a un par de personas más (a parte de Coté) pero era un hecho que éramos los únicos desconocidos de la fiesta.

Supimos que la mayoría de las personas participaban de una ONG que se dedicaba a asesoria técnica y legal al cultivo agrícola de especies no tradicionales en zonas rurales empobrecidas y, que junto con eso, existía la aspiración de formar organizaciones sociales al interior de la comunidad. Conversando con la gente que había allí, muchos me contaban de las aspiraciones del proyecto, de las comunidades indígenas, de los campesinos, de la forma de vivir en el campo y de las posibilidades de exportar productos que en nuestro país ignorábamos que existieran.

En esa conversación conocí a una pareja de esposos: Rubén y Alicia. Él, un gordo y barbón agrónomo de profesión y ella una delicada mujer rubia y delgada que se dedicaba al trabajo social.

- El gobierno nos da una parte que significa sólo el 20 % de los necesario para la Fundación, el 50% se financia con aporte de privados y un gran 30% lo proveen un porcentaje de las utilidades que generan nuestros socios – me comentaba Rubén mientras se atragantaba con un trozo de carne bebiendo a ratos sendos tragos de vino.
- Sí, no solamente establecemos comunidades agrícolas sino que también organizamos jardines infantiles para los niños pequeños y disponemos de un transporte para que los niños más grandes vayan a la escuela – complementaba la información Alicia - ¡Gordo! No sea grosero para comer! – le dijo a su marido.
- ¿Y en qué lugares tiene presencia la Fundación? – Pregunté queriendo interesarme más en el tema... Realmente tenía una sensación de que todo ese grupo era una tropa de esnob.
- Bueno básicamente en la costa de la Sexta Región , cerca de la desembocadura del Río Rapel: La Boca , Matanza, Navidad – argumentó Alicia – Se eligió esa zona debido a don Orlando Oyarzún, el papá de Alicia y uno de nuestros principales auspiciadores privados, tiene propiedades allá y tiene muchos contactos con las autoridades y la comunidad de esa zona, lo que ha facilitado mucho el éxito de la Fundación.
- O sea ¿el papá de la Flaca Alicia es su jefe? – pregunté con aire suspicaz
- No para nada – respondió Raúl con un nuevo pedazo de carne en las manos listo para engullírselo – Don Orlando es nuestro benefactor y si bien su dinero es parte de la provisión de nuestros sueldos, el no puede tomar ninguna decisión con la orgánica de la Fundación, las decisiones las toma el directorio.
- Entiendo – dije con ganas de terminar la conversación, tome otro trago de ron y me disculpé con las ganas de ir al baño.

No sabía lo que me pasaba, me sentía muy molesto, no obstante la noche parecía ser perfecta: buenos tragos, buena comida, buena música, bonito lugar, gente interesante (esnob clasistas pero interesantes) y bastantes mujeres atractivas, y a mi me costaba sonreír, engancharme en alguna conversación o menos galantear. Pensé en que hasta me había preparado con lo de la masturbación, lo del perfume, lo de peinarme bien y la chaqueta. Comencé a buscar un lugar para que el mundo me olvidara así que me alejé de la parrilla y de la gente. Llegué a una especie de living que había en la terraza del edificio, allí encontré a un par de mujeres que fumaban y reían sin parar.

- Hola lindo!!! – me saludó una de ellas con mucha risa, me alegré a escuchar ese saludo mientras la otra mujer reía también.

Las dos mujeres eran delgadas y atractivas, una era algo crespa y de tez morena y la otra era una mujer muy blanca tenía una melena rubia tipo “príncipe valiente”, ambas vestidas a la moda debieran haber tenido entre 30 y 35 años, reían como si hubieran escuchado el mejor chiste y allí me di cuenta que estaban fumando marihuana. Pensé en lo pobre que son las personas que consumen drogas y que necesitan de fumar o inhalar para ser felices. Me sentí orgulloso ser un sujeto sano que sólo fumaba cigarro y que de vez en cuando se emborrachaba, bueno salvo en mi época en la universidad.

Lo terrible que comencé a reír con ellas. Allí me percaté que la mujer rubia era extranjera (onda gringa) y la crespa era chilena, aunque no estaba muy seguro.

- Hola – dije con cierta seguridad - ¿cómo la están pasando?
- Very stoned – dijo la gringa rubia cagada de risa – You’ re nice!!! – y me acarició la cara con mucha ternura, me puse nervioso, no hablaba inglés ni tampoco sabía que decir.
- ¿Cómo la estás pasado? – me dijo la crespa mientras le susurraba algo al oído a la gringa y ambas reinan como locas.
- Bueno bien, creo... me llamo Marco ¿Y ustedes como están? Parece que tu amiga es extranjera dile que le doy la bienvenida a la ciudad de Santiago – dije con una inusitada seguridad que me emocionó y me dio nuevas esperanzas.
- Yo me llamo Dennisse y ella se llama Heidi y es holandesa y habla muy bien español ¿quieres fumar? – me dijo ofreciéndome el cigarro de marihuana que estaba fumando – es skank holandés, Heidi lo trajo desde Ámsterdam.

En ese momento pensé en las crónicas de los periódicos de que en algunos bares mujeres extremadamente atractivas te buscan conversación y te invitan un trago que tiene droga, uno se duerme y terminan robándote todo. Pensé que estás mujeres eran de esas y opté por negar el cigarro.

- Bueno tu te lo pierdes – me dijo la mujeres de pelo crespo, Dennisse, y se dio un gran fumada tirándome una gran bocanada de humo en la cara.
- Come on, ven siéntate con “nostras” a conversar – dijo la gringa – tomándome la mano y acercándome a un gran sillón.
- Ok! Y ustedes que son de la Coté? – pregunté pendiéndome cómodo justo entre las dos mujeres y bebiendo un largo y seguro trago de ron.
- Yo soy abogada, conozco a María José desde la Universidad y algunas veces hago accesorias en la fundación – me comentó Dennisse.
- Yo soy botánica, es decir, me dedico al estudio de las flores y en especialmente a lo que se llama Fitogeografía o Geobotánica – me comentó que su inusual y sensual acento gringo – Estoy en Chile liderando un proyecto de producción de flores en la zona de Navidad, en Holanda tenemos mucha experiencia.
- Pero mira que bien – dije, mientras me servia ya mi tercer trago.

Dos mujeres hermosas, atractivas, simpáticas, cultas pero drogadictas. Mi vida era una tragedia. Pensé en la porno de la tarde y creí factible hacer un trío con la crespa y la gringa. Eso quedaría en los anales de mi vida y si nadie me creyera que pude tener sexo simultaneo con una abogada “cuica” y una holandesa (ambas ricas) podría morir tranquilo. Tomé un nuevo trago, ya había comenzado a emborracharme, y decidí que debía lograr que ambas mujeres terminaran desnudas en mi casa.

En el fragor de la conversación la música paso desde un tranquilo y sofisticado “tirp hop” a un bullicioso y extremadamente popular “reggeton” y la fiesta se armó de lo lindo. Todos bailaban con sus tragos en la mano, fumando cigarro y riendo. Ensayaban pasos poco ortodoxos y reían mientras daban vueltas en su propio eje al ritmo de “la gasolina”...”Lo que pasó, pasó!!!” gritaban todos al mismo tiempo.

A esa hora (que no recuerdo), debieron haber al menos unas 50 personas, la terraza del edificio era bastante grande , bonita y con una piscina aunque hasta este momento nadie se atrevía a darse un chapuzón , quizás la lujuria no hervia lo suficiente.

Dennisse, se paró del sillón al perecer para ir al baño, Heidi (la holandesa) sacó otro cigarro de marihuana me lo mostró y dijo “un porrito?”. Yo me tomé un nuevo trago para el valor y allí sentado la besé tierna y rápidamente en los labios antes que se llevara el cigarro a su boca, diciéndole “Eso te hace mal, te puede dejar hueoncita”, ella se alejó un poco de mi me miró seriamente y luego comenzó a reír como loca. Yo nuevamente me tome otro trago y para salir de la situación incomoda la invité a bailar.

“Nadie lo sabrá, shuu , shuu, Nadie lo sabrá” cantaban todos. Yo me puse a bailar mis típicos pasos de cumbia de año nuevo sin soltar el vaso de la mano cuando Heidi (la gringa) se pone a bailar tal cual como las modelos de la televisión. Ella movía su espectacular culo de una lado para el otro y se me acercaba sensual sonriéndome, pensé que parte de mi maquiavélico plan el trío tenia un buen comienzo ya que definitivamente tenia loca a la gringa. “Muevete y perrea y perrea perrea” Heidi se me acercaba me rozaba con sus senos, hacia que le pusiera mis manos en sus caderas con ella dándome la espalda y mostrándome como podio generar verdaderos espasmos con su culo al ritmo de música. Trate de alejarme para recuperarme de la impresión y fui raudamente por dos tragos de ron con Coca-Cola bien “cabezones” le ofrecí uno a ella mientras ella bailaba sola mostrándome lo bien que movía su cuerpo, ella se acercó y me dijo al oído “I do not drink alcohol” y seguimos bailando.

Tomé mi enésimo trago de la valentía y la besé apasionadamente y nos fuimos besando y caminando a tropezones hasta dónde estaba el sillón dónde nos habíamos conocido. Sus besos eran muy húmedos y para mi gusto exageraba mucho con la lengua lo que hacia que yo quedará con mucha baba. Me dije que sí había resultado el perfume, el peinado, la chaqueta y masturbación porque esa combinación me había hecho irresistible para la holandesa. Seguimos besándonos cuando nos percatamos que estaba Dennisse sóla hablando por teléfono en en el sillón. “Cresta!!!” pensé ahora me comenzaré a besar con las dos o primero se comenzaran a besar las dos en un “cuadro plástico” privado y después las invitaré a mi casa y podré cumplir mi sueño , no! cumpliré el sueño de cualquier hombre, no! el sueño de todos los hombres del mundo. Pensé y si no soy capaz? Tendré que pasar disimuladamente a una farmacia a comprar Viagra o algo por el estilo. Me inundé de miedos, pero las bellas tetas de la holandesa calmaron milagrosamente mi ansiedad.

- ¡Guauuuuu! Heidi tiene nuevo pololo – Dijo Dennisse mientras colgaba su teléfono.
- ¿Dame marihuana?, finished to me.
- Sure, this boy is terrific – le dijo Dennisse a Heidi mientras le pasaba un cigarro de marihuana y le hacia una seña de con las cejas.

Cresta!!! Cresta!!! Cresta!!! No cabía duda era mi día, era la mejor noche de toda mi vida, las mujeres se habían hecho signos gestuales de compromiso y maldad. Tomé nuevamente un trago para la valentía y les propuse a ambas que fuésemos a mi casa ya que acá el “carrete” se estaba poniendo aburrido y para la mayor de mis sorpresas accedieron riendo mientras fumaban el cigarro de marihuana, me volvieron a ofrecer y yo con la valentía del borracho y lo poco pudoroso que el alcohol vuelve a las personas, accedí y me di varías y fuertes fumadas.

Me despedí de Esteban que estaba algo ofuscado conversando con el gordo esposo de la rubia y con chicas tratamos de buscar a la dueña de casa (a la Coté) pero no la encontramos. Decidimos salir a esperar un taxis y allí me di cuenta que mi borrachera me estaba complicado, no obstante me aprovechaba de la situación y besaba a ratos a Heidi y le tocaba el poto a Dennisse.

Paramos un taxis y le dije al taxista con un definitivo tono de borracho:

- Amigo... amigo... fuuuuu... vamo’, vamo’, vamo’ a Román....Román Díaz 1025 cazi ezquina.... fuuuu de Sucre – el taxista me miro con una cara entre risa, odio o envidia – Vamos mijitas, yo me voy al medio pa’ que nos vayamos regaloneando.

Ambas mujeres no paraban de reír y conversaban algo con el taxista que a estas alturas no podía dilucidar. Mi cabeza comenzaba a girar dentro del taxis y el perfume de ambas mujeres me comenzó a descomponer. Mi cabeza giraba, giraba y un espasmo me dijo que debía vomitar. Las mujeres parece que inmediatamente se dieron cuenta porque hicieron parar el taxis y juntas me sacaron del auto y me llevaron al lado de un árbol en una plaza, yo allí creo que vomité toda mi humanidad... Después de un buen rato vomitando, nos subimos nuevamente al auto, pero ahora yo me fui sentado al lado de la ventana recibiendo el frío aire del Otoño de Santiago.

No sé como me bajé del auto, ni como entré a mi departamento, tampoco sé que pasó que las mujeres, ni lo que hablé, ni lo hice, pero al otro día desperté en mi cama sólo, con mucha sed y con un terrible dolor de cabeza. Pero eso era sólo un detalle, me comencé a dar cuenta que había perdido la oportunidad de mi vida y que esta situación iba ser muy difícil que se repitiera a no ser que le pagara a un par de prostitutas, aunque ese no era mi estilo. Me senté en mi cama y me puse a llorar como un niño y dije en voz alta “Marihuana culia’a, por la re conche su madre!!!!”

miércoles, marzo 08, 2006

CAPÍTULO III

Desperté cuando se encendió la televisión mostrando las noticias de la mañana, probablemente dormí de corrido casi 20 horas y sin ayuda de fármacos ni de nada. La tristeza con la angustia, más el cansancio, hacen una combinación muy poderosa para lograr el sueño y al parecer esa combinación se había dado en mi cuerpo.

El día de ayer me habían despedido injustificadamente a mi entender, no obstante en estos últimos meses había comenzado a tratar de entender que existen varios puntos de vistas que pueden hacer “justo” lo que para otros no lo es. Pensé, por ejemplo, en Richard (mi ex-compañero) en su defensa acérrima de su barrio al intentar impedir, por todos los medios, que llegaran a ser vecinos personas erradicadas de un campamento marginal. Pensé que, si bien yo creía que su posición era de lo más clasista y discriminatoria, era lo justo para Richard y su familia y, obviamente hablando, desde su percepción del mundo, la ciudad y sus vidas. Me dio risa de mi mismo: le estaba dando la razón a un sujeto que siempre lo iba a considerar diametralmente distinto a mi desde lo moral hasta lo político.

Al ver la noticias de la mañana me di cuenta que no era necesario levantarme, bañarme y salir corriendo hacia la oficina, estaba despedido y debía pensar bien que iba a hacer y como iba a salir de este estado: la cesantía.

¿Qué hace un cesante? Siempre en las noticias mostraban a un sujeto de traje, con el nudo de la corbata suelto, con un diario en la mano, sentado en un banco de una plaza y agarrándose la cabeza como el perdedor más indigno que pudiera existir y una verdadera vergüenza para el país y para su familia. Esa imagen me parecía patética y de alguna forma me hacían sentir de la misma manera, es decir, como un perdedor; por lo tanto los medios de comunicación habían logrado su objetivo: hacer sentir a quienes luchan, como que no es suficiente la pelea (y nunca lo será)... Podrían, mejor, mostrar a ex-cesantes que sí ya habían conseguido trabajo y podían ser ejemplo de superación.

Yo vivía sólo desde los 23 años, desde que salí de un instituto de educación superior de renombre. La carrera de Dibujo Arquitectónico y Estructural había sido mi segunda oportunidad de estudiar después que me farreé la posibilidad de ser Ingeniero en Obras Civiles en la Universidad de Santiago.

Allí había entrado después de salir del colegio (salí bastante joven con sólo 16 años) y estuve 4 años tratando de estudiar pero me había dedicado casi exclusivamente a perder el tiempo bebiendo alcohol y jugando pool.

Durante ese tiempo vivía en casa de mis padres y era el orgullo de la familia, el primogénito varón de una pareja de profesores de educación básica que tenían 3 hijos: yo , Marco, el mayor: mi hermana Claudia, tres años menos que yo, y Raúl mi hermano chico 12 años menor que yo, “el conchito” como todos le decían cariñosamente.

Lamentablemente mi actitud, mi irresponsabilidad y mi apego al alcohol no me convirtieron en el hijo prodigío ni en el hermano a imitar en mi familia. Mis padres hacían todo lo posible por retrasar las aspiraciones de mi hermana de entrar a estudiar medicina debido a que no podrían costear dos carreras universitarias a la vez y fue por esa razón de que cuando yo ya llevaba 3 años en la universidad, mi hermana, en lugar de entrar a estudiar, tuvo que buscar un trabajo de promotora y comenzar a juntar dinero para ayudar a mis padres a pagar la educación de ella al año siguiente. En esos momentos pensaba que mi hermana tenía todo el derecho a odiarme ya que mi irresponsabilidad y mi egoísmo le obstaculizaba su posibilidad de desarrollo.

Quizás fui muy inmaduro al entrar a la universidad ya que en ese lugar se podía hacer de todo y todo era entendido como correcto, hasta tomar alcohol y drogarse. La Universidad de Santiago la comprendía un gran campus que en su parte trasera tenía una gran extensión de áreas verdes que en esos tiempos era ocupada por muchos grupos de personas que se juntaban a conversar, a beber y a fumar marihuana. Yo era bastante temeroso de las drogas y miraba a aquellos que las usaba como personajes perdidos y sin futuro, mucho más tarde me di cuenta que los puntos de vista sí pueden cambiar.

Yo me emborrachaba casi todos los días y ni siquiera en época de pruebas aprovechaba el tiempo. Me juntaba con unos compañeros de carrera que eran tan buenos o mejor para beber que yo y casi todos habíamos reprobado las mismas asignaturas, en consecuencia teníamos el mismo retraso. Sinceramente a ellos nunca les tuve aprecio, es más, jamás conocí más de sus vidas que el compartir una garrafa de vino o un pisco barato. Creo que nunca fui una persona muy sociable y quizás el alcohol en esos tiempos me ayudo para poder conocer gente, gente que jamás volví a ver.

Eran ya las 11:30 de la mañana cuando decidí levantarme, bañarme y cocinarme un abundante desayuno. Era paradójico el sentirme tan relajado y bien en esta nueva situación que me daba hasta miedo. Fue en el momento de estar comiendo y viendo en televisión extraños programas que nunca tenía posibilidades de ver, cuando sonó mi teléfono celular con un llamada de mi madre.

- Amorcito, lo llamé a trabajo y me dijeron que lo despidieron – me dijo en un tono de pena que me llegó a conmover- Usted sabe que su papá y yo estamos para ayudarlo y si eso significa volver a la casa no hay problema porque te acomodamos en la pieza de tu hermano chico.
- Mamá!!! No es necesario sólo llevo un par de horas desempleado, no exageres.
- Yo voy hablar con tío Renato para que te consiga un trabajo en la fábrica de pernos donde trabaja. No te preocupes hijo mío todo va a salir bien.
- Si mamá...
- Y si nos va mal con Renato, tu papá puede hablar con algunos de sus amigos de la Liga de Amigos del Fútbol porque yo sé que en ese lugar hay gente que tiene muchos contactos...
- Mamá!!! por favor termina...
- Y te cuento que la Claudita tiene un pololo y el papá de este trabaja en una empresa constructora y sé que allí necesitan dibujantes...
- Mamá por favor...
- Mi rey, no sabe lo mal que me he sentido al saber la noticia...
- ¿Qué noticia? – respondí con un obvio semblante de aburrimiento
- Qué lo despidieron pues mi niño, si le falta comida puede ir a buscar unos tallarines y unas salsas de tomates la casa y si no tiene plata para volver yo hablo con su papá para que lo venga a dejar a su casa.
- Ya mamá, gracias por todo, te debo cortar, tengo que salir.
- ¿A qué va a salir?, vaya a comprar el diario y vuelva a revisarlo a su casa! ¿Para qué va a salir a gastar dinero? No ve que debe cuidarlo.
- Mamá!!!!
- Mi niño, usted sabe que yo quiero mucho a mi regalón.
- Si yo también te quiero mamá, chao.
- Chao lindo, llámeme mañana ¿ok?
- OK, le llamaré. Besos y saludos al papá

Siempre cuando me llamaba mi mamá terminaba agotado, ella tenía un don especial que se traducía en la mejor manera de convertir una situación normal en un hecatombe de ribetes apocalípticos.

No sabia que hacer, a quien visitar, que ver en la televisión o dónde ir a pasear, no obstante caminé hasta el paradero de la micro y esperé algo que me llevara al centro.

Todo el mundo se queja de la ciudad de Santiago: que es cochina, que el smog, que el estrés, que la locomoción, que los atochamientos, que la delincuencia, etc... y terminan diciendo que a la primera oportunidad de emigrar de este infierno urbano llamado “Santiasco” lo harían sin la menor contemplación. Lo divertido que a la ciudad de Santiago cada día llega más gente y son muy pocos los que realmente se quieren ir.
La ciudad de Santiago desde mi perspectiva de ingeniero en Obras Civiles y arquitecto fracasado era un gran lugar donde vivir, con muchos parques por donde pasear y con muchísimas cosas que descubrir. Por ejemplo el centro de la ciudad estaba comprendido por varios paseos peatonales y una gran cantidad de galerías comerciales que se comunicaban entre sí, es decir, uno podía recorrer varias cuadras en el interior de estas galerías sólo saliendo al exterior para cruzar la calle. La mayoría de las galerías tenían tiendas de ropa pero habían galerías que eran más bien temáticas, o sea, había una galería con sólo tiendas de electrónica y computación , otras sólo con peluquerías, otras con agencias de viajes, etc.

Cuando comencé a pasear por el centro de la ciudad pensaba que cada día las chilenas eran más atractivas. Y era evidente, la mayoría de las mujeres menores de 25 años era muy superior en belleza (tanto de cara como de cuerpo) a las mujeres de más de 35 años, lo que le daba de alguna manera la razón a la teoría popular de que al pollo le pusieron hormonas y ese es el argumento que la mujer chilena hubiera pasado sin preámbulos desde la copa “A” a la copa “B” en sólo una generación.

Era el día siguiente al día que me habían echado de mi empleo, y era un día espectacular. Estaba muy entretenido paseando por el centro de Santiago cuando al pasar por fuera de un cine veo los rutilantes afiches de las películas, así que me detuve y elegí una película con la clara intención de verla. Elegí al final una película francesa llamada “Irreversible” sólo porque actuaba la Mónica Bellucci (una de las mujeres más sexy sobre la faz de la tierra), no sabia nada de la película y los afiches tampoco decían mucho. Pensé en comprar el diario o una revista donde saliera algo de la película, alguna reseña o crítica o preguntarle a alguno de empleados del cine de que se trataba la película, pero decidí arriesgarme y entrar a verla con la mente en blanco.

La sala dónde la estaban dando era de las salas pequeñas con capacidad de no más de 100 personas y como era recién pasadas la una de la tarde en el cine no habían más de 10 personas incluyéndome a mi, la mayoría parejas. La trama de la película contaba la historia al revés de una violación y era bastante cruda y explícita en sus escenas, típico del cine francés que en mi humilde opinión debe valerse de esos argumentos para potenciar tramas que son bastante opacas. Ver la película fue casi una tortura y cuando terminó y se prendieron las luces vi en el cine a un sujeto que trabaja en mi trabajo (perdón mi antiguo trabajo), era uno de los subgerentes (o jefes) del área de marketing y venía acompañado de una mujer que definitivamente no era su esposa ya que ella era demasiado joven y hermosa para él.

Al cruzarnos, él intento no saludarme pero yo me anticipé para decirle un tímido “hola” cuando me doy cuenta que la mujer que lo acompañaba era la mujer de ojos verdes que me había convidado fuego hacía varios días atrás. Ella probablemente no me recordaba y después de ese escueto saludo salí detrás de ellos del cine.

Por la cabeza se me pasó la idea más maquiavélica que se me podrían ocurrir: tenía tiempo de sobra y estaba aburrido así que decidí seguir a la pareja por el centro del ciudad así como jugando al detective. Prendí un cigarrillo, compré el diario y comencé a seguirlos sin que ellos se dieran cuenta.

Avanzamos como tres cuadras doblando en la tercera a la derecha. Allí a mitad de cuadra entraron a un sospechoso edificio de oficinas, yo me apuré y vi que subieron solos al ascensor bajándose ellos en el piso 12. Esperé un rato en el vestíbulo del edificio disimulando y tratando de acordarme el nombre del sujeto, es ese momento le pregunto a una especie de promotor que estaba afuera del edificio qué había en le piso 12. Él me responde que allí funciona uno de los hoteles parejeros más exclusivos del centro y que en su interior hay habitaciones temáticas con decoraciones como de Egipto, el Far West, la selva tropical, etc.,para terminar el sujeto me da una tarjeta de un nigth club que funcionaba en el mismo edifico... uff!!! Y sólo eran las dos de la tarde.

No fue de mi sorpresa que novedosa investigación estaba comenzando de una manera muy excitante, así que atravesé la calle a un pequeño bar frente a la puerta del edificio, perdí un shop grande y me puse a leer el periódico que había comprado no sacando la vista de la puerta del edificio.

Ya me había tomado todo el shop y aun me quedaba diario por leer y aún no salía la sospechosa pareja de edificio así que me animé y me pedí otra cerveza pero antes pasé rápidamente al baño para no perder la posibilidad de seguir con mi espionaje. Me sentía ridículamente emocionado y las burbujas de la cerveza me hacían ser más convincente en la seriedad de mi investigación.

Cuando vi salir a la pareja pedí la cuenta rápidamente y salí del bar para seguirlos sigilosamente, caminaron algunas cuadras más conversando y tomaron un taxi, yo inmediatamente paré otro auto y le dije al chofer al mejor estilo de Hollywood “Siga a ese auto”. El chofer del taxis me miro con una cara que quería decir “pobre hueón cornudo” pero me dio lo mismo y me relajé mientras seguíamos el auto.


El auto siguió al Oriente cuando sonó mi celular: era Esteban uno de mi históricos amigos que me invitaba esta noche a un asado en la azotea del edificio donde vive su polola, mientras saqué un lápiz para anotar la dirección no me percaté que la mujer del auto se había bajado y al preguntarle al chofer este me dijo que se bajó y caminó hacia la derecha. Cómo había perdido a la mujer decidí abortar la misión y bajarme, además tenía ganas de orinar ya que la ultima cerveza me la había tomado muy rápido.

Me había bajado como a una cuadras de mi antiguo empleo y las ganas de orinar me estaban superando. Sin vacilar caminé hasta el edificio de mi antiguo trabajo y entré con la excusa que se me habían quedado algunas pertenencias personales importantes. No me hicieron problemas para entrar pero tuve que utilizar una credencial que decía “Visita”.

Al llegar a mi lugar de trabajo estaba completamente sólo entonces pasé inmediatamente al baño, suspiré de relajo una vez que evacué totalmente mi vejiga, aproveché de sacar un cepillo de dientes de emergencia que siempre guardaba y me lavé los dientes, al salir comencé a revisar mi escritorio.

Cuando estaba revisando unos papeles sin importancia y rompiendo aquellos que eran sólo basura, aparecieron mis ex-compañeros de trabajo. Eduardo y Richard me saludaron cortésmente como nunca lo habían hecho, la Xime me miró con una especial cara de ternura, me beso en la mejilla y me dijo al oído que estaba muy triste por lo mi situación. Después me contaron que este Viernes iban a ir a un “happy hours” para la despedida de José Luis y querían invitarme a mi.

Escuchar a Eduardo, Richard y Ximena invitarme a un trago fue más que una sorpresa para mi. Creo que trabajé más dos años con ellos y jamás me invitaron ni a fumar un cigarro, en las fiestas de Navidad o de Fiestas Patrias jamás habían compartido nada y muy pocas veces habían sido corteses conmigo, definitivamente las cosas estaban cambiando.

Si bien me gustó mucho la invitación opté por entregar una respuesta evasiva comprometiéndome a confirmar la invitación, guardé algunas cosas en una caja de cartón y me despedí. Al despedirse, la Xime se me acercó y pegó su voluptuoso pecho en mío y me dijo en el oído: “me encantarías que fueras con nosotros”. Ese especial susurro me movió absolutamente todas las hormonas y salí de mi ex-oficina cuestionándome nuevamente la extraña invitación. Al pasar por el umbral de la salida del edificio veo pasar corriendo dos niños y detrás de ellos una gorda mujer, me doy vuelta y esos niños estaban abrazando a al sujeto que había seguido durante la tarde, allí recordé su nombre: Carlos Olivares, jefe de marketing, un excelente empleado, un ejemplar padre de familia, un cariñoso esposo, pero con una mujer “cornuda” y una amante espectacular... y uno... siempre sólo, pensé en llamar a alguien que me regaloneara...

Tomé un taxis y me fui inmediatamente a mi casa, el espionaje, el susurro de Ximena, la amante de Olivares (que era la mujer del cigarro) me tenían bastante caliente y demasiado inquieto. Así que cuando estuve en mi casa comencé a buscar los teléfonos de las clásicas amigas con ventaja que jamás descuidaba:

- Aló? Macarena, soy Marco ¿cómo estai?
- ¿Marco? ¿Marco Mas? Que rico que llamaste!!!!... ¿Cómo estai? ¿qué es de tú vida? Tanto tiempo que no nos vemos ¿dos meses? ¿tres?
- Bueno para eso te llamo, me gustaría verte.
- Pucha Marquito a mi me encantaría verte también.
- Oye... y no quieres venir a mi visitarme a mi casa, tengo una botella de vino
- Pucha Marquito, no puedo, sabes estoy con alguien y vamos a ir cine...
- No me digai? - me tiritó la voz por alguna razón - ¿pero no me has olvidado cierto? Y si te paso a buscar después del cine y te vienes a quedar conmigo...tú sabes... como los viejos tiempos MmMm?
- No!!! Cómo crees que voy a olvidar a un amigo como tú. Pero sabes Marquito, yo ahora estoy en otra parada y sabes creo que lo que hacíamos no lo vamos a seguir haciendo... creo que...
- Cresta!!! Están llamando la puerta, después te llamo y seguimos conversando – inventé lo de la puerta para terminar la conversación ya que una ira sin comparación me recorría por dentro.
- Ok, nos comunicamos, quiero presentarte a mi pololo. Chao.
- Chao, besos donde más te guste
- Ay pesadito...Chao.

Mierda, mierda, mierda y más mierda. Macarena Salas, la eterna mujer con desorden alimenticio con pololo!!! La Maca Salas negándome!!! Antes bastaba sólo una llamada telefónica y ella cruzaba toda la ciudad y llegaba a mi casa para únicamente tener sexo. Jamás habíamos caminado juntos por alguna calle o plaza, ella no sabía donde trabajaba, ni de mis amigos ni menos de mi familia, ella era mi más leal amante, sin preguntas y con muchas caricias. Ahora la guatona Maca me quería presentar a su pololo ¡que desfachatez!

Intenté calmarme y comencé a buscar otros número telefónicos. Intenté con el teléfono de Carolina, no contestó. Llamé a Pilar, su teléfono se decía que yo no funcionaba y así me di cuenta que estaba más que tirado, estaba sólo, cesante, abandonado y caliente... todo un perdedor... quería llorar... En ese momento sonó el teléfono:

- Aló hueón , soy el Esteban
- Hola hueón ¿que queris? estoy ocupado
- Es Rápido!!!, vai a ir al asado de la Coté?
- Puta hueón estoy medio achacado, realmente no tengo ganas
- Loco, vamos a tirar la talla ¿te paso a buscar a las 10:30?
- Puta hueón...
- Dale loco, no seai hueón, animáte!!!! 10:30 OK?
- 10:30 – Dije con cierto sentimiento de resignación

En ese momento me di cuenta que estaba cesante, aburrido y tenia un carrete, que mejor para pasar el mal momento y ver la vida con nuevo bríos. Así que me relajé y puse el reloj a las 9:30 para dormir una buena siesta que me sacara los estúpidos pensamientos de la cesantía, le mina del cigarro y Carlos Olivares, el “happy hours” de mañana con mis compañeros, la Xime, la guatona Maca y los dos shop de cerveza... Me recosté tranquilamente y absolutamente desnudo, intenté relajarme y recordé que tenía una película porno que le había quitado a mi hermano chico como hace un mes: el Raúl, el Conchito, doce años y con películas pornográficas ¡a dónde llegará este país! me dio risa.

La históricamente vapuleada e inmoralizada pornografía me ayudó a la relajarme. Hacía tiempo que no veía a esas grandes tetas saltar al ritmo de gemidos, esos sugerentes “close up” de vaginas y penetraciones anales, esas posiciones extrañas que sólo se logran con una pareja estable y ebria, en fin... la espectacular pornografía me estaba ayudando a soportar la tristeza, la incertidumbre, le rabia, el misterio y todo lo que atormentaba mi cabeza. Tuve una erección sin sentimientos de culpa y después de algunos auto-masajes apoyados con este material audio visual pude conciliar un sueño más que reparador, eran como las seis de la tarde.

viernes, febrero 10, 2006

CAPITULO II

Otro día de trabajo, de la diaria y aburrida rutina, sin embargo hoy tenía nuevos ánimos y estos debían al hecho de encontrarme nuevamente con la mujer del otro día. Había pasado unos dos o tres días desde que le pedí fuego y yo sin querer quererlo me preocupaba mucho más de un apariencia personal. Es más, uno de esos días me había comprado una nueva chaqueta y un perfume: producto del que yo siempre había prescindido ya que pensaba que el desodorante en aerosol tenía suficiente aroma.

El asunto que cuando uno esta bien, la gente lo percibe y al parecer las mujeres son mucho más perceptivas. Fue así cuando al sentarme en mi escritorio entró la Xime con su cuerpo de modelo argentina y se sentó en frente de mí cruzando sus piernas y mirándome fijamente a los ojos, tal como Sharon Stone en “Bajos Instintos”. Ambos habíamos llegado bastante temprano (cosa muy rara en mi) y creo que después de un año trabajando juntos, era la primera vez que estabamos sólo.

- Marco, ¿Cómo te fue con el dibujo de la planta del estacionamiento del mall? - ella preguntó moviendo sensualmente sus labios mientras yo comenzaba a sentir el mismo nerviosismo que había experimentado con la mujer de ojos verdes que le había pedido fuego.
- Chucha...¿qué? MmMMmM, disculpa! - balbuceé torpemente – Ah!! lo siento, estaba desconcertado... Bastante bien, esta tarde tendré que trabajar hasta tarde ya que le prometí a Claudio que lo iba a tener para mañana - le contesté ahora seguro y agregue - Oye... con respecto a la discusión de la otra vez en la sala de las impresoras, quiero que sepas que pueden confiar en mi.
- Muchas gracias Marco, sabía que eras un hombre cabal - me sonrió y se dio vuelta para seguir trabajando.

¿Qué me estaba pasando?, mi compañera jactanciosa de la alta alcurnia me estaba considerando un hombre cabal ¿Acaso su prepotencia e insensibilidad (propia de su clase social) se estaba movilizando para dejar espacio a la amabilidad? No quise pesar más en eso y comencé a dibujar como loco sin perder ni un segundo.

Para concentrarme aun más me puse los audífonos y elegí uno de esos interminables discos de Velvet Underground o de Luo Reed, esa música quizás era algo deprimente pero sí me hacia descansar el cerebro y hacía que el “mouse” se movilizara más ligeramente y me ponía mucho menos tolerantes a los errores. Cuando ya terminaba el día puse unos mp3s de Fiskales Ad-Hok que iban a dar la energía para poder terminar mis dibujos.

Ese día no salí a almorzar y había estado casi 6 horas seguidas mirando la pantalla del computador. Debido a que mis compañeros nunca me hablaban no los eché de menos y ni siquiera podría decir si fueron a trabajar J.L., Richard o Lalo; pero de la Xime podría haber descrito hasta como estaba vestida siendo que sólo la vi por unos segundos.

Muerto de hambre, intenté salir de la oficina a comprarme un sándwich al negocio de la esquina, ya era suficientemente tarde para salir a almorzar. En ese momento aparece Claudio muy enojado y gritándome me dice que vaya a la oficina. Claudio jamás me gritaba y hoy día me estaba tratando como trataba a diario a mis otros compañeros de trabajo.

- Algún problema Claudio? - Dije con un tono de enojo y molestia.
- Mira, acabo de echar a José Luis Álvarez, no te voy a dar detalles pero quiero que tú termines la pega de él. Deberás quedarte a trabajar hasta que termine, te daré las indicaciones en unan hora más. A propósito ¿dónde ibas?
- Hoy no he almorzado y quiero ir a comprar algo para comer
- Ve y vuelve ya que estamos en un “incendio”.

Salí de la oficina muy ofuscado ya que me había sacrificado todo el día para salir temprano y casi al final del día me cargaban con un trabajo que no sabía que dimensiones tendría. El despido de J.L. Álvarez no me conmovió en los más mínimo quizás por la ofuscación natural y el egotismo que tenía en el momento.

El almacén de la esquina era un verdadero minisupermercado que tenía de todo, desde botellas de licor exclusivo hasta comidas preparadas, además de abarrotes, artículos de limpiezas, revistas y uno que otro estreno de DVD. Pedí un sándwich de pollo con pimentón en pan integral, un paquete de galletas rellenas con chocolate y una botella grande de jugo de durazno. Pagué y volví rápidamente a la oficina pensando en J.L., su despido y en qué iba a pasar.

Cuando entre en la oficina Richard y Lalo ya no estaban ya que habían pedido permiso para acompañar a J.L. a su casa. Ciertamente era una excusa porque iban a ir a tomar unos tragos para soportar la pena, Claudio había accedido a la petición de mis dos compañeros evidenciado otra vez algo de la escasa y escondida humanidad que tenía.

La oficina estaba vacía, sin embargo se escuchaba y susurro de llanto del baño, me acerqué a la puerta, golpeé y pregunté:

-¿Xime, estás allí? ¿Estás bien?

Se abrió la puerta y salió la Xime con los ojos inyectados en lágrimas. Le pregunté qué le pasaba, qué le había dado pena y me contestó que le había molestado la forma en desvincularon a J.L. pero estaba con rabia porque tenía que quedarse a trabajar toda la noche y que su hijo se iba a quedar con el papá de él y con la nueva pareja de este. En ese momento se apoyó en mi y comenzó a llorar diciéndome:

- Me va a quitar a mi hijo!!!... Dicen que soy mala madre porque no puedo estar con él, pero debo trabajar para poder pagar las cuentas y el colegio - y seguía llorando y sollozando - ¡¡qué voy a hacer!! Por la re chucha!!!!
- Cálmate mujer, mira salgamos a tomar un café - ella accedió

Nos tomamos un café en la terraza del edificio y nos fumamos un cigarro. Ella me contó que estaba muy presionada por lo de su hijo, que es lo que más quiere en la vida pero que el trabajo no le da la posibilidad de entregarle un tiempo de calidad y que más encima lo estaba tratando mal. Yo pensaba en ese momento: “esa es la misma mujer que hace algunos días me miraba con desprecio y ahora abre su corazón y comparte conmigo cosas privadas”.

Una vez en la oficina, Claudio se reunió con Ximena y conmigo y nos dio las pautas para terminar el trabajo que estaba haciendo J.L. (el despedido José Luis) y nos comentó, con un tono casi amenazante, que el trabajo debía entregarse sí o sí mañana por la mañana y que no quería excusas y que él se iba a quedar toda noche revisando aquellos dibujos que fuésemos entregando primero... hasta que termináramos con el último dibujo.

Ximena tenia un semblante horrible, su confesión anterior me hacia verla con una ternura inusitada. Yo un sujeto que jamás se había conmovido con nadie o nada y tan mezquino que nunca podría hacer algún sacrificio por alguna persona, tenia la naciente necesidad de darle consuelo a esta frágil y sufrida mujer.

- ¿Te sientes mejor? – le pregunté a la Xime una vez que Claudio nos dejó solos trabajando.
- Marquito... créeme que esta noche será muy difícil – me había dicho “Marquito”!!!, allí pensé que el mundo podría cambiar – voy a llamar a mi ex para pedirle que se lleve a Tomás, espero que mi hijo comprenda – y tomo el teléfono para llamar a su hijo.

- Aló, amor... si poh es la mamá que te quiere mucho...Tomás esta el papá cerca? Dile que quiero hablar con él... pucha amor parece que no vamos poder pintar el libro de colores, dame con el con papá.

Ha medida que ella hablaba sus ojos se ponían brillantes y su voz temblorosa, en ese momento se dio cuenta que la observaba y se dio vuelta hacia la pared para seguir conversando.

- Agustín ¿cómo es eso que tienes una cena? Pues llévalo contigo... Oye estoy trabajando, no estoy hueviando!!!... ¿Acaso no me crei? ... Escucha... Cállate... ¡No, no quiero que le lleves el Tomás con tú mamá!... Ya lo hemos hablado... Es mi hijo!!!... ¡Por favor!... Oye estoy trabajando, no estoy hueviando!!!... Entiende... No me cortes... Espérame allí... voy por mi hijo... agradezco el día que me separé de ti... egoísta... Espérame allí... ¿de quién es esa voz?... ¿Hay una mujer en mi casa?... ¡que mierda hace una mujer en mi casa!!!!!

Al cortar el teléfono abruptamente ella se giró y se dio cuenta que yo aún estaba allí y que había escuchado probablemente sus últimos gritos. Mas tarde supe que Ximena se había juntado con un médico de la alta sociedad santiaguina pero habían terminado separándose porque este nunca quiso casarse con ella aunque ella esperaba un hijo de él, al parecer ese rechazo había sido un duro golpe a las ilusiones de felicidad de la Xime. Además el nacimiento de su hijo fue justo cuando la familia de Ximena habían pasado por un descalabro económico que terminó con la mitad de su familia viviendo como ilegales en Estados Unidos y la otra mitad viviendo arruinados en Chile.

Antes de decir nada fui por un vaso de agua y se lo di a Xime mientras me sentaba al lado de ella.

- Relájate, estás tensa...
- Gracias – dijo ella conteniendo una especie de llanto de rabia reprimido
- ¿Sabes? – le dije – ve por tu hijo, yo puedo hacer el trabajo que dejó José Luis, debe ser fácil y no me complica.

En ese momento me di cuenta que un extraño poder demoniaco se había apoderado de mi mente y mi alma ¡¿qué cresta estaba haciendo?!

- No le digas a Claudio y vete, yo me arreglaré con él, además a él le interesa que los dibujos estén terminados.
- No lo puedo creer... – balbuceo ella en tono casi sarcástico.
- Ve mujer, pasa lo que queda del día con tu hijo y mañana aparece temprano que te necesitaré para corregir cualquier detalle.
- Marco, te pasaste – y agarrando su cartera se acercó hacia mi y me besó tiernamente en la mejilla y salió velozmente de la oficina si mirar para ningún lado.

Yo estaba lamentándome de la “cagadita” que me había mandado. Mi arrebato de generosidad me había metido en un grave problema: tenía que ser lo suficientemente eficiente para terminar un trabajo atrasado de un empleado despedido de mala manera y que, al parecer, era bastante “pega” ya que nuestro jefe lo había repartido entre los dos mejores elementos de la oficina, la Xime y yo.

Raramente me sentía súper bien que Ximena se hubiese podido ir. Extrañamente mi corazón estaba mucho más calmado y yo sentía un cierto grado de agradecimiento con la vida que me parecía de los más digno. Probablemente el hacer el bien (o tratar de hacerlo), a través de la generosidad, generaba un paz interior tan grande que quizás esa era la razón de que muchas religiones en el mundo tuvieran al sacrificio y la benevolencia como máximas.

En todo mi planteamiento filosófico y en mi intención de comprender la vida, desperté abruptamente cuando Claudio metió su cabeza a través de la puerta de la oficina gritando con un tono autoritario: “Los quiero a los dos en mi oficina, Ahora!!!”.

Al darse cuenta que estaba yo sólo trabajando y escuchando bastante fuerte unos temas de Bauhaus, terminó él de entrar a la oficina diciendo molesto:

- ¿Dónde esta Ximena?
- Claudio, necesito conversar contigo – dije casi rogando bajando la música.
- Marco, responde, ¿dónde esta Ximena? – y agarro su celular probablemente para llamarla y decirle que la necesitaba inmediatamente en la oficina.
- Claudio, por favor, antes de llamarla quiero hablar contigo
- Después!!! – y salió de la oficina ofuscado intentando llamar por teléfono, era seguro que la estaba llamando a ella y que no iba a ser una conversación amena.

Decidí seguirlo insistiéndole que me escuchara y debido a que él me hacia caso omiso, lo tome del brazo y arrugando mi frente con cara de iracundo le dije.

- ¡Tenemos que hablar! Ximena tuvo que ir a ver a su hijo, tenía un problema personal y yo cumpliré con sus tareas... Claudio, yo voy a hacer su trabajo.
- Vo’ soi hueón!!! – primera vez en estos años que Claudio me levantaba la voz y me trataba mal.
- ¿Quién mierda te ha dado la autoridad de decidir quien trabaja o quien no?
- Claudio, era una emergencia

- Aquí, quien decide qué es una emergencia y quien autoriza los que pueden ausentarse en momentos críticos como los de ahora soy yo, o el gerente del área si es que yo no estoy presente!!. Quiero que mañana a las 9:30 nos juntemos a revisar los planos y espero que no haya ningún error... si los hay, tú asumirás las consecuencias.

Las palabras de Claudio me habían asustado pero yo sabía que era su preferido y su mejor elemento y que él confiaba ciegamente en mi trabajo. Esa tarde puse unos mp3s de The Clash y me puse a dibujar como loco al ritmo de “The Magnificent Seven”. Esa noche no comí, no hablé por teléfono, no me conecté al messenger, no navegué por internet y sólo me concentré en mis dibujos, dibujos que parecían elaborarse solos ya que cometí muy pocos errores y el tiempo cundió como nunca. A las 6 de la mañana había terminado las elevaciones con cortes y las plantas de los dos pisos y con eso se podía entregar los planos para que Claudio y el arquitecto del proyecto (para el cual estabamos trabajando) los revisaran; caminé a mi casa, puse el reloj a las 9 de la mañana e intenté descansar un poco.

A las nueva de la mañana sonó el estridente despertador y , después de bañarme y vestirme, fui por un taxi para llegar pronto a la oficina. No me había afeitado y tenía bastante hambre, allí recordé que última comida había sido el sándwich de pollo que no lo pude digerir de la mejor manera y me di cuenta que me había afectado el despido de José Luis Álvarez y que me daba pena, que era un sujeto que tenía que alimentar a una familia y que aunque no era él lo más cordial conmigo, era un colega al que yo le debía respeto.

Cuando llegué a la oficina estaba Claudio Jara (mi jefe) con un sujeto de apellido alemán que era el arquitecto del cliente que iba a revisar los planos. Ambos me saludaron cordialmente y me pidieron las impresiones y que se las llevara a la oficina de Claudio. La oficina de Claudio era bastante grande pero sencilla y justo en el centro tenía una gran mesa y frente de esta un bastidor en el cual se proyectaban las imágenes de los planos a través de un proyector. Siempre mostrábamos a los clientes los trabajos con el proyector, era más sencillo y cómodo, no obstante este cliente quería ver el trabajo en papel.

Ambos comenzaron a revisar los planos sin decirme ninguna palabra y entre ellos apenas habían intercambio de un par de morisquetas ni menos de sonidos. Yo intenté hacer algún comentario pero fui reprimido inmediatamente. Fue allí cuando me di cuenta que Claudio no había hecho una inspección preliminar, entregándome toda la confianza de que yo no había cometido errores.

Una vez terminada la revisión, el arquitecto del cliente le dijo a Claudio que habíamos hecho un excelente trabajo y que le hiciera llegar a través de un mensajero un CD con los planos digitalizados más 3 copias impresas de cada uno de los planos a más tardar pasado mañana, se estrecharon la mano y Claudio acompañó al arquitecto hasta la puerta de la entrada del edificio.

Yo me fui a puesto de trabajo con la satisfacción y la alegría de haber cumplido y que mi esfuerzo no había sido en vano cuando me encontré de frente con Ximena que venía recién llegando a las oficina, era ya las 10:30 de la mañana.

- ¿Todo bien? – la salude de beso en la mejilla con una actitud avasalladora y segura.
- Hola, si todo esta bien, muchas gracias nuevamente – me dijo ella con renovada humildad - ¿estás cansado?
- Un poco, lo importante es que el cliente se fue contento y Claudio esta relajado

Fui por una tasa de café y me di cuenta que Xime se había acercado a Lalo y a Richard para conversar sobre el despido del José Luis, no obstante no quise acercarme para no molestarlos y, dicho sea de paso, evitarme alguna de las típicas malas palabras que estaba acostumbrado a recibir de ellos.

Mientras me tomaba un café los observaba a ellos cuatro a distancia y me di cuenta que Ximena era una mujer demasiado hermosa y no puede evitar recordarla llorando como el día de ayer: tan tierna, tan delicada, tan desprotegida...

Había pasado una hora después de que el arquitecto se había retirado y yo luchaba por no quedarme dormido en mi estación de trabajo cuando Ximena me dijo que venía de conversar con Claudio y este le había dicho que yo me acercara a su oficina. Con mucha seguridad, entre en la oficina de Claudio para recibir unas merecidas felicitaciones por mi buen trabajo y mi gran esfuerzo de la noche anterior:

- Siéntate – me dijo Claudio muy serio.- ¿hasta qué hora trabajaste ayer?
- Bueno, hasta las seis y media de la mañana – dije con un humilde orgullo.
- Marco, quiero dejarte en claro, dos cosas: primero debo reconocer que tu eres un buen elemento, que eres eficiente y que tu trabajo tiene calidad; lo segundo, que la atribución que te tomaste ayer fue absolutamente innecesaria y torpe, y no sólo superaste mi autoridad sino que estableciste un precedente que me puede traer muchos problemas y no estoy dispuesto a asumir ese riesgo.
- Pero Claudio, la Xime tenia un problema, es mi deber como colega y compañero de trabajo el ayudarla.

- Mira, no me vengas a mi con esas. Si Ximena tenía un problema ella debió acercarse a mi y no actuar tras mis espaldas.
- Perdóname Claudio, tú no has sido el jefe con al mejor voluntad que he conocido, es natural que todos eviten informarte ese tipo de cosas... – con esa demostración de valentía me había dado cuenta que no sólo estaba enfrentado a Claudio sino que no lo estaba cuestionando torpemente.
- ¿Me estás cuestionando? ¿Estas cuestionando mi liderazgo y mi autoridad? Yo sé perfectamente que es bueno para que este equipo cumpla sus objetivos, lo que tu hiciste no lo puedo tolerar. Marco te tengo que informar que desde ahora te encuentras desvinculado de la empresa, la decisión es unilateral, te vamos a pegar estrictamente como la ley lo dice.

En ese momento se me helaron la plantas de los pies un pequeño choque eléctrico paso por mi espalda, sentí que mis pulmones de llenaban de llanto y mi voz en el silencio temblaba como si fuese imposible decir una palabra.

- Pe...pe...pero ¿por qué? - balbuceé
- Marco con tu actitud no me das la confianza de un profesional, que es un requisito básico para trabajar acá. Te pagaremos las vacaciones que te debemos y el mes de desahucio que se establece en la ley. Ten, necesitamos que nos firmes esta carta de desvinculación, tu finiquito estará a fin de mes.

Tome la carta con mis temblorosas manos y comencé a leerla. Una terrible sensación de angustia llenaba mi corazón:

- Pe...perfecto, aquí esta firmada, créeme que ha sido un agrado trabajar contigo y en esta empresa – dije en un tono casi llorando y cumpliendo a la vez con cierta diplomacia pero en verdad sólo quería salir y ponerme a llorar de la impotencia que estaba sucediendo.

Me estaban echando a la calle, a mi Marco Mas, el culto, el eficiente, el rápido, el único que le daba prestigio y altura a esta mediocre oficina de proyectos llena de limitados desafíos de segundo nivel con un magro equipo de ignorantes y arrogantes seudoprofesionales, liderados por un maldito fascista sin humanidad ni sentimientos... ¡¿Cómo chucha me pueden echar a mi?! ¡¿Qué mierda tiene en la cabeza este hueón?!

Salí de la oficina de Claudio, me dirigí a mi estación de trabajo , tome mis discos, mi papeles personales, mis revistas de arquitectura y mi tazón de la “U”. Todo cayó en mi bolso y al darme vuelta para salir, me encontré con mis tres compañeros que me miraban. Primero se aceró Lalo y Richard y me dijeron que lo sentían y que me fuera bien, pero yo sentía que lo decían con cinismo y alegría, mas me dio consuelo que se despidieran de mi.

Ximena me acompañó hasta el umbral de la puerta de salida, allí me dijo que lo sentía y que me agradecía que la hubiera ayudado pero que ella no podía hacer nada porque tenía a un niño que alimentar. Nos dimos fríamente la mano despidiéndonos, yo atravesé la calle , me compre una botella de agua mineral, prendí un cigarro y camine lentamente hasta mi casa.