Todas las esquinas son redondas

Seudo-novela en constante contrucción que trata de un santiaguino común y corriente que subitamente se encuentra en una situación que le hará cambiar su forma de ver la vida.

martes, diciembre 11, 2007

CAPÍTULO VI


Había despertado muy temprano el sábado. Pensé en llamar a Esteban para ir a jugar tenis al estadio municipal pero cuando me recuperé de mi cama y abrí las cortinas noté que estaba muy nublado y que pronto comenzaría a llover, por su puesto que no podría jugar tenis con este clima.

Siempre he pensado que para las personas que vivimos solas los días de lluvia son días muy tristes y de recogimiento. Creo que muchos recordamos los días más felices de cuando éramos niños: el ludo, el monopolio (o metrópolis), los tarros de manjar, las sopaipillas, las galletas, las estufas a parafinas y ese sentimiento de calor familiar y de regalonear con la mamá o el papá y estar todo el día en pijama jugando y riendo sin tener la posibilidad de aburrirse. Pero cuando vives solo, ni con la mejor calefacción sientes ese calor; todas las paredes de tu casa, por pequeña que sea, están frías; la televisión es aburrida, todas las películas que tienes no quieres verlas, tus discos los consideras obsoletos, tus libros no te llaman la atención y necesitas con urgencia a alguien, cualquier persona.

Busqué la posibilidad en mi mente de llamar a alguna amiga que me hiciera una compañía en mi pequeño departamento, dándole un poco de calor a este horrible lugar, pero al recordar que había perdido mis contactos me deprimí mucho más. Pensé en ir a casa de mis padres, pero de alguna manera deseche la posibilidad ya que no quería mostrar mi cara de perdedor por allá. Miré el reloj, eran recién las nueve de la mañana y con algo de inseguridad llamé a Esteban, se demoró en contestar su celular.


- Chucha!!! ¿Si? ¿Diga? ¿No? ¿Aló? – Me contestó con un claro acento de que estaba recién despertando, haciéndome sentir aun más mal de ser tan inoportuno.

- Sociate, Esteban, soy Marco – Contesté tímidamente
- Puta hueón, son las nueve de la mañana ¡¿Pasa algo malo?!
-
Es qué…
-
¡No me asustes! ¿Qué pasó? – En su tono pude darme cuenta que ya estaba completamente despierto
- Hermano…
- ¡Pero dime!
-
Nada loco!!! – grité – Necesito un poco de compañía, eso…. Sorry – terminé bajando ostensiblemente el tono de voz.
-
A chucha estai deprimido? Tú? Marco Mas? – dijo en tono irónico – Espera, voy a buscar un lugar más privado para hablar.
-
Ok
-
Yo también estaría deprimido si doy jugo y me emborracho cuando voy a tirar con dos minas ricas, la Dennisse le contó a la Coté y no te cuento nada lo que pasó!!!
-
Hermano, porque no te venis a mi casa aquí seguimos conversando?
-
MmMmM sabes Marco, estoy en el departamento de la Coté, pero sabes ? sí!! voy a ir para allá, le diré a la Coté que te queris suicidar o algo así. Yo igual necesito conversar
-
Te pasaste, nos vemos – le corté.

Al dejar el teléfono sentí como mi departamento adquirió calor imediatamente, pensé en la importancia de los amigos, de los verdaderos amigos. La conversación me animó muchísimo y para esperar a Esteban puse el disco clásico de Deep Puerple, “The Manchinne Head” y me puse a ordenar y al hacer el aseo de mi hogar. You ‘re lazy…” versaba la canción. Siempre me pareció paradógico que cuando me estimulaba a hacer cosas, ponía esa canción no sabiendo que decía “tú eres flojo” … creo.

Alrededor de una hora se demoró Esteban al llegar a mi departamento, supe por el ruido que hacia el tuvo de escape de Honda en una mañana silecionsa dónde sólo se escuchaba el salpicar de la lluvia de otoño. Esteban venía demaciado alegre lo que me alegró mucho más, el solo verlo hizo olvidar mi depresión.

- Güena hermano – me dijo saludandome al estilo de pandillero gringo – Hey Dude – El siempre hablaba en inglés, probablemente con Coté hablaban mucho inglés entre ellos.
-
¿Qué tal viejo? Gracias por venir necesitaba conversar con alguién. Me di cuenta que sólo te te tengo a ti… ¡puta que soy quema'o! – dije en tono irónico pero al mismo tiempo chistoso.
- ¿Pa’ que estan los amigos? – me abrazó – Loco deja contarte la cagadita que pasó el otro día en la casa de Coté.

- Bueno, yo me fui con la crespa y la gringa…

- Sí lo sé, puta que se rieron las minas de ti – me dijo y me avergoncé – El asunto es que yo estaba esa noche súper molesto por el asunto de la marihuana y como algunas personas fumaban sin pudor.

- Ya…

- La cosa es que en un momento me puse a discutir con la Coté y le dije estúpidamente molesto “Puta drogadicta” entonces la pobre María José estuvo como una hora llorando como una desquiciada encerrada en el baño dicendo de que nadie la habia tratado así , de que ella no era una persona para ser tratada así , etc, etc

- No sabía que eras tan diplomático y sensible!!! hueón – dije seriemente mientras le servia un café a mi amigo

- No sabes lo mal que me sentí, pero creeme que esta cosa de la droga me descompone y menos con la Coté , ella tan “cuica”, tan fina, tan elegante, tan educada.

- ¿Pero que pasó?

- Bueno en ese momento llegó la Dennisse que venía de dejar a Heidi del hotel y pudo consolar a la Coté, la Coté me echó cagando… Ya en ese momento habíamos bajado a su departamento, la fiesta ya había terminado y me dijo “que me fuera a la mierda que no me quería ver”.

- ¿Ya?

- Entonces Dennisse me acompañó hasta abajo del edificio y me dijo que fueramos a tomar un café para conversar, yo accedí y allí me contó lo de tu historia... la cosa que en el café me comentó sobre la Fundación, sobre la gente, sobre la marihuana igual una conversación bien adulta y seria.
- ¿pero qué poh?
- El asunto es fui a dejar a la Dennisse nuevamente a la casa de la Coté y después me fui para mi casa.

- ¿Y eso es todo? – me mostré como aburridamente sorprendido.

- El asunto que durante el siguiente día pude conversar con la Coté, pedirle las disculpas correspondientes , no te cuento lo que me costó… El asunto que llegué a un acuerdo con la Coté y necesito tu ayuda, amigo mio.

- Sale hueón, no me metai en tus asuntos privados, yo ya tengo caleta de problemas y no voy a ir a hablar con la Coté, además tu sabes que si bien nos llevamos bien, no tengo confianza suficiente – dije con aire temeroso

- No hombre, no quiero que hables con ella, mira – y metiendose la mano al bolsillo sacó una cajetilla de cigarrillos y al abrirla me mostró un cigarro artesanal, por su puesto que deduje que era marihuana.

- Chucha, ahora voy soi’ marihuanero también, no te cuento nada lo que me hizo esa cosa el otro día, casi me muero. Así que sáca esa cosa de mi casa por favor - le dije con un tono de molestia.

- Marco, con la Coté no estamos muy bien y le saqué este cigarro para probarlo y saber que siente ella con esta huevada. Tú sabes que amo a esa mujer y que haría cualquier cosa, hasta drogarme!! Sabes lo que pienso de las drogas.

- ¿Y por qué no te drogai en tu casa y solo? Esa huevada es ilegal y peligrosa para el organismo

- Marco, me da miedo, por eso quiero que estés tú conmigo cuando yo fume…

Me sentí muy extraño, yo necesitaba urgentemente a mi amigo en mi soledad mas ahora es él el que me pide un gran favor, es como el dice el dicho “fuiste por lana y volviste trasquilado”. No sabía que hacer. En ese momento la lluvia paró y comenzó a despejar y apareció reluciente la ciudad de Santiago con su verde y la montaña empezó a asomarse entre las nueves, no cabía duda que sería un día muy bonito.

- Ok, te ayudaré, pero no fumaré , estaré cerca de ti por si te pasa algo así te llevo al hospital – le dije.

- De acuerdo, pero conduce mi Honda con cuidado si quedo inconsiente o me dá algún tipo de conmoción o espasmo ¿Ok?


Nos subimos al auto y fuimos lo más lejos que pudimos rumbo a la precordillera, en el camino no hablamos de nada, Esteban se veía nervioso. Seguimos en busca de algun lugar alejado dónde no nos encontraramos con nadie pero que si pasara algo estaríamos seguros de encontrar cierta ayuda así que decidimos ir al Parque Mahuida, un parque publico en dónde hay unos senderos precordilleranos y bastantes arboles y pasto. Al llegar al parque nos pusimos a caminar para buscar algun buen lugar para nuestra fechoría, un lugar privado y alejado pero como no hace mucho había parado de llover la tierra esta mojada y el pasto muy húmedo, así que nos sentamos sobre gran roca al costado de un sendero.

Esteban sacó el cigarro y me lo pasó junto con un encendedor.


- No, no, no, yo ya probé eso y es muy malo, sólo te vengo a acompañar para que tú te droges, sólo tú!

- Ups – me miró aterrorizado


Puso el cigarro en su boca, prendió el encendedor y dío una prominente y decida fumada. Soltó el humo con fuerza con una cara de placer bastante especial, volvió a repetir la pitada.


- ¿Cómo te sentís? – Le pregunté muy preocupado
-
Nada – me dijo con seguridad – esto no hace nada y volvió a fumar - de hecho el olor no es tan desagradable, no me pica la garganta y el sabor no es malo – y me ofreció el cigarro prendido.
- ¿En serio? – dije
- Sí, hombre mira – volvió a fumar
- ¿A ver? – y tomé el cigarro y comencé a fumar con pitadas cortas con mucho miedo.


En realidad sentia el buen aroma y no me sentía para nada extraño así que volví a fumar mientras veía a Esteban como se levantaba y comenzaba a caminar por el sendero para contemplar, desde un mirador, la ciudad de Santiago como poca veces se vé sin esmog. Seguí fumando sin más preocupación y con mayor seguridad.


Al recuperarme para acercarme a Esteban y pasarle lo que quedaba de cigarro, noté que estaba viendo como detrás de una cortina de agua y me sentí felizmente embriagado, algo temeroso pero muy tranquilo, le toque el hombro a Esteban que estaba de espalda y al darse vuelta me asombré al verle los ojos de un rojo intenso y no pude aguantar una risa diciendole “Loco, tenis los ojos rojos!!” y a ambos nos dio un ataque de risa que debió haber durado varios minutos.


- Loco, estoy vola’o – me dijo riendo a carcajadas

- Yo, yo… - no podia hablar de la risa – yo, yo … yo también – seguimos riendo

- Loco, tengo sed – dijo Esteban y más reimos


En el más abosuluto jolgorio de risa pasaron por el sendero una pareja haciendo trecking y Esteban les pidió por favor un poco de agua ya que teníamos mucha sed, la mujer nos dio su botella de agua que estaba a la mitad y nos dijo “Marihuneros de mierda!” y con Esteban nos quedamos sentados en el suelo con apotiosico ataque de risa del cual nunca olvidaré.


- ¿Cómo te sientes Marco? – me preguntó.

- De maravilla y tú?

- Hace años que no me reía tanto.


Ya era pasado el medio día y una vez que nos recuperamos del ataque de risa nos pusimos a caminar en silencio por el sendero haciendo algunas paradas para sentarnos en algun prado o sobre alguna roca, estabamos demaciado relajados y desprejuiciados al mismo tiempo. La mañana comenzó a pasar entre conversaciones muy filosóficas, religiosas y científicas, conversamos desde la amoralidad del crimen hasta las políticas de urbanismo. También hablamos de mi y de cómo enfrentar mi situación de cesante y hablamos de las ganas de Esteban de pedirle matrimonio a María José y sus miedos de que la famalia de ella se niegue debido a que ella pertenecia a un nivel socio-económico bastante más elevado del cual nosotros participabamos.

Creo que esa tarde conocí verdaderamente a Esteban, mi compañero del colegio, el único de mis amigos que hizo el servicio militar; mi amigo que después estudió Ingenieria Comercial (con mención en Ventas) y que se desempeñaba bastante bien en la venta de propiedades (aunque nunca sintió orgullo de su trabajo), el fanático de los autos y la mecánica, el galán, el hombre siempre seguro… Ese día, con el juego de fumar marihuana, me dí cuenta que no era tan seguro y que me necesitaba, probablemente ese día lo quise más.

El tiempo pasó en el parque y el efecto de la marihuana al parecer ya había pasado, así que movidos por un hambre atroz bajamos a la ciudad a comer algo. Esteban condujo su auto en busca de una shoperría desesperado por un gran sandwich y no hablamos ni una sola palabra.

Después de dar varias vueltas llegamos a un local que vendía comida al paso y que era muy popular entre los taxistas, no hacia mucho tiempo que habían dado un reporteje de ese lugar en la televisión así que estabamos emocionados de conocer ese ya mítico lugar: “Tio Manolo”. Este no era un restoran sino más bien un kiosko en dónde se preparaban vienesas (salchichas) con todos sus aderezos desde la muy chilena vianesa completa (tomate + chucrut + salsa america + mayonesa) hasta la vianesa italiana (tomate + plata + mayonesa) y las demás variedad como la chaparrita (vienesa con queso) o el peruano (con ají) y mucho más. Además preparaban los famosos “As” que basicamente es un sandwich igual que las salchichas (o hot dog) pero en lugar del embutido, lleva carne picada cocinada a la plancha.


Debido que ya era la hora de almuerzo, el lugar tenía bastante público asi que seguimos la tradición santiaguina e hicimos ordenadamente la cola para pedir unos suculentos y frescos sandwich. No sabía que me pasaba pero sentía que las tripas se me retorcian del hambre y mi apetito era tan grande que llegué hasta babear mientras estaba en la fila.


- Puta que tengo hambre Marco y eso que me desayuné 2 huevos en casa de la Coté – me comentó muy angustiado Esteban.
-
Loco, yo estoy que me desmayo del hambre y no es chiste – dije
- Hola, que van a pedir – me dijo seriamente la mujer que estaba en la caja – si lo desean allí hay jabón líquido a base de alcohol – prosigió apuntando una botella inclinada que estaba en un soporte pegada a la pared.

- Uff ¿cual es la especialidad de la casa? - preegunté algo temeroso

- Mmmmm, todo. Por favor decidase, hay mucha gente que quiere ordenar.

- Es que no sabemos, ayúdeme!

- Mmmmm, bueno le recomiendo un “As Dinámico con salsa verde” es un como un “As completo” pero con palta y una salsa a base de cebolla y cilantro.

- Perfecto quiero dos y dos bebidas yo quiero una fanta

- Y yo quiero un jugo – me interrumpió Esteban- de manzana por favor y no te preocupes Marco, yo invito esta vez.


Pagamos y le pasamos el vale de la comida pagada al uno de los cocineros que estaba detrás del escaparate que tenía las salsas y los ingredientes desde donde se podia ver perfectamente lo que nos iban a preparar. Quedamos con la boca abierta (no sé si por el hambre o por el asombro) de ver que el sandwich preparado en un “pan lengua” llevaba demaciada carne y cada ingrediente que se le iba incorporando se hacia de una manera casi grocera lo que convertía al sandwich en monumento magnánimo a la comida al paso.


- Servido señores!! dos “As dinámicos con salsa verde”, acá tiene la bebida y el jugo. Allí hay sal, ají, mostaza y ketchup si lo desean – Nos dijo el cocinero pasandonos dos increibles “As dinámicos con salsa verde” que sinceramente se veían suculentos.


Ese almuerzo creo nunca lo olvidaré. Los sandiwchs eran tan grandes que había que hacer un verdadero esfuerzo para abrir la boca y fue inevitable botar algo de comida mientras dfisfrutabamos de nuestros muy novedosos “As dinámicos con salsa verde”. Debido a que estabamos en la calle no nos preocupó mucho el dejar basura en el piso y fue nuestra sopresa fue mayor cuando aprecieron unos perros callejeros que se encargaron de dejar el piso limpio.


Realmente lo que comimos estaba esquisito así que decidimos repetir la dosis debido al hambre que todavía teníamos. Con Esteban no nos dirijimos ni una sola palabra en todo el rato que estuvimos en ese kiosko y lo más curioso es que no me molestaba el no conversar con él, solo esperaba que me preparan otro sandiwch y al mirar a Esteban le veía una cara de felicidad muy especial que creo que no le había visto antes. Yo también me sentia feliz, sentía que este día había sido muy especial, estaba relajado, contento, pensaba en lo bueno que es la vida y lo afortunado que somos en tener lugares tan bellos como el Parque Mahuida en dónde la ciudad se entrega al espectador. Me sentía afortunado de tener hambre y encontrarme con un lugar como "Tío Manolo" y comer algo tan rico y ver a la gente a mi alrededor feliz con lo que estan comiendo.


Esa tarde Esteban me fue a dejar a mi departamento y justo en ese momento el tiempo cambio y comenzó a llover, volvi a mi triste departamento pero esta vez lo encontre bello y acogedor, me senté en mi cama y tome un libro cualquiera de mi colección, elegí al azar un libro de Garcia-Marquez “El Amor en los Tiempos del Cólera” y recordé que nunca lo había leido. Puse algo de música, algo ad hoc , referido al caribe, Colombia, algo tropical. Esa tarde la pasé muy contento sólo leyendo una gran novela al ritmo de Bellavista Social Club. Realmente la vida es muy buena.

1 Comments:

At 10:30 p. m., Anonymous Anónimo said...

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