CAPÍTULO I
Este era uno de esos días que el trabajo se volvía un situación tediosa y las malas vibraciones de mis compañeros de oficina hacían que le día no acabara nunca, transformándolo en una tortura lenta y cruel. No sé bien de dónde salió tanta mala onda hacia mi, pero mis cuatro compañeros: Eduardo (Lalo), José Luis, Ximena y Richard, trataban hasta el cansancio en no dirigirme la palabra y si lo hacían, siempre era en un tono belicoso o con alguna palabra de odiosidad o sarcasmo.
Yo en ese tiempo me dedicaba a hacer dibujos de planos para una compañía diseño y explotación que de alguna manera se había posicionado bien en el mercado y teníamos como clientes a importantes empresas constructoras y alguno que otro supermercado.
Mi trabajo me gustaba y realmente no ganaba mal, bueno en ese tiempo tenía 25 años, era soltero y hasta ese momento no tenía muchos vicios ni preocupaciones. Vivía solo en un pequeño departamento en la comuna de Ñuñoa de la ciudad de Santiago, y si bien mi trabajo queda cerca de mi casa (alrededor de 15 cuadras) no había locomoción directa así que debía caminar o tomar taxis.
En las mañanas cuando llegaba a mi trabajo saludaba siempre con una sonrisa al Lalo, al J.L. (José Luis), a la Xime y al Richard (yo siempre llegaba tarde por las mañanas) y siempre recibía un largo silencio o una conversación entre ellos. El día transcurría entre las patéticas canciones de Arjona que escuchaba la Xime, los comentarios de la teleserie moda, las grandes conclusiones de que el Fiat Palio era mucho más auto que el Chevrolet Corsa y alguna milagrosa pincelada del acontecer nacional. A la hora del almuerzo los cuatro (excepto yo obviamente) iban religiosamente a un restaurante que quedaba al frente de la oficina donde servían comida casera y que tenía la entretenida promoción que si al momento que pagabas la comida sonaba una alarma, tu almuerzo era gratis. La comida era buena, sin embargo yo prefería comer algo de frutas y muy a lo lejos iba a almorzar con Claudio, mi jefe.
Claudio Jara, mi jefe, es él típico arrogante fascista que cree que todos los pobres se merecen esa condición y si es por él, debiera haber alguna forma de exterminio colectivo para todos los indigentes, gente que limosnea en las calles y niños vagos, sin embargo, era considerado por muchas personas un hombre digo de ejemplo: buen padre de familia, excelente empleado y jefe, cristiano que no falta a la iglesia los domingo y deportista destacado entre sus pares. Para mí: un mandril metamorfoseado con instintos caníbales y depredador de la poca humanidad que le quedan a las personas que estaban a su alrededor. Pero al fin y al cabo, Claudio me trataba súper bien, mucho mejor que a los otros, de hecho él pensaba que los demás dibujantes tenían que rendirle un especie de agradecimiento eterno porque gracias a él podían trabajar.
La posición que tenía Claudio la hacia notar en el trabajo y muchas veces oí frases como “Esta huevada de trabajo queris que yo entregue?!!!” o “Me viste cara de hueón?!!!” o “A la próxima cagada, te vai cagando de esta empresa, hueón ineficiente!!”. También él tenía con mis compañeros actitudes realmente desgraciadas: una vez la Xime le pidió permiso para ira ver a su hijo que se había caído en el colegio y había quedado con una rodilla ensangrentada y Claudio con su visión de “altruismo negativo” le dijo que si salía de la oficina antes del horario se considerara despedida porque él no estaba ni para buenas ondas ni para favores, él estaba para sacar las tareas adelante y todas las demás cosas podían esperar o hacerlas durante la hora del almuerzo. Pero afortunadamente conmigo él era un caballero y si bien nunca le pedí concesión alguna, estaba seguro que si yo necesitara algo él iba a ser comprensivo.
Mi trabajo era una tortura, me afectaba mucho lo que hacia mi jefe con mis colegas, pero mis compañeros sí me tenían un verdadero odio hacia mi persona: cuando me hablaban era para tratarme mal, para hacerme sentir de alguna manera ignorante, para burlarse de mis proyectos y motivaciones , para humillarme.
Ximena, la Xime, era quizás la persona más parecida a mi, habíamos vivido situaciones similares en términos de fiestas y experiencias de vida. Ambos habíamos viajado alguna vez casi a las mismas partes (eso sí yo viaja en bus y me alojaba en hoteles de mala muerte y ella viajaba en avión y se alojaba en hoteles de 5 estrellas, su familia había tenido mucho dinero) por lo cual con ella podía tener tema de conversación, no obstante su trato hacia mi era bastante violento. El otro día me paré para descansar mi espalda de mi estación de trabajo y quedé detrás de ella por casualidad y se me ocurrió preguntarle qué estaba viendo en Internet y me dijo casi gritando:
- ¿Cuántas veces te he dijo que no me gusta que se pongan detrás de mi a espiarme?!!! ¿Acaso no tenis nada que hacer que molestarme?
- Chucha que soi’ alaraca, ya filo con vo’ - Le dije haciéndome el indiferente pero realmente me dio pena que me tratara así.
La Xime era madre soltera, tenía un hijo de cómo 5 años y ella ostentaba la hermosa edad de 30 años. Ella era una mujer atractiva de mediana estatura, delgada pero voluptuosa, de tez blanca y ojos pardos, su cabello liso le llegaba casi a la mitad de la espalda pero ella lo usaba sensualmente sobre sus grandes pechos mostrando un sexy escote. La Xime tenía locos a todos en la empresa y no sólo en nuestro equipo de trabajo, sino que también a quienes trabajan en otras áreas. Si bien la belleza de Ximena deslumbraba, su personalidad era tan opaca como las murallas de una prisión. Una vez los mensajeros de la empresa estaban extrañamente todos afuera de la oficina sobre sus motos y cuando llegó Ximena del almuerzo le piropearon graciosamente, ella indignada les dijo “Van ver, rotos!!” y se fue directamente dónde el gerente general y logro que despidieran a dos de los mensajeros, desde esa vez nunca nadie se atrevió a decirle nada.
José Luis y Richard eras dos sujetos de lo más extraños, eran muy malos en su trabajo, siempre se equivocaban y Claudio (el jefe) los basureaba demasiado. Ellos simplemente no me dirigían la palabra y si lo hacían lo hacían en un tono muy cortante, sin embargo ellos pasaban conversado y yo no podía evitar oír lo que se decían.
Una vez Richard le contaba a José Luis que había un plan del gobierno que consistía en poner una población de personas que habían sido erradicadas de un campamento marginal cerca del barrio dónde él vivía. Richard le decía a José Luis que eso no podía ser porque el había invertido todos sus ahorros y los de su esposa en esa casa y que ellos tenían el derecho de vivir con sus pares y que ningún gobierno les iban a llevar la chusma a su barrio. José Luis no sólo le daba la razón sino que argumentaba que en el barrio en que vive Richard no habían colegio públicos o centros médicos, por lo cual esas personas (las del campamento marginal erradicado) no podría ser feliz. Richard a modo de contra respuesta le decía además que esas personas eran delincuentes y de que debido a ellos el barrio se iba a desvalorizar demasiado.
Recuerdo que esa vez no pude aguantar las ganas de interrumpir la conversación con mi posición y dije en tono sarcástico:
- Qué nivel de humanidad, ¿acaso esa gente no tiene derecho a vivir en un lugar digno?
- Sí, pero no en mi barrio, a ellos le van a vender mucho más barato el metro cuadrado de lo que yo pague y no estoy dispuesto a que mi inversión de desvalorice, no es justo , no es para nada justo , este Ministro es un conche su madre!!! - me dijo con un tono muy avasallador.
- Eso es!!! – repliqué - una inversión, una propiedad es una inversión y tu puedes ganar o perder, y no tiene nada que ver que sea o justo o no , sino que si es legal o no, ese es el concepto!.
- ¿Qué harías si se pone bajo de tu departamento una casa de putas?!!! - me grito con rabia
- Chucha, aprendería (o trataría) a vivir con mis nuevos vecinos, no creo que sea tan difícil. He allí la diferencia entre tú y yo, he allí los principios que nos separan ¿me entendí?
- ¿Qué sabis vo’ de eso? Es fácil criticar cuando uno no esta en la posición!!!
- OK, tenis razón...
- Si!!! Claro que la tengo!!! Saco hue’a - me insultó
- Desde tú punto de vista...
- Y de cualquier punto de vista, hueón de mierda!! - me volvió a insultar
Allí yo ya no aguanté mi rabia y comencé con un discurso proselitista de esos que había aprendido en la universidad cuando militaba en las Juventudes Comunistas:
- Mira loquito - le dije con tono amigable pero implacable – Tu posición no tiene nada que ver ni con tu seguridad, ni con tu altruista concepto de que tu barrio no cumple con las mínimas necesidades de la gente pobre que podría llegara tu barrio, ni tampoco con la desvalorización de tu propiedad. Lo verdaderamente de fondo, es que tu pones tu bien particular por encima del bien social, porqué tú no te pones en el lado de los pobladores, tú no piensas en los nuevos amigos que podrían tener tus niños y lo que ellos podrán aprender, tú quieres vivir en tu pequeña burbuja de clase media elitista y fanfarrona. Di la verdad, reconócelo y oye... ¿te pido un favor?... Aprende a dar argumentos validos cuando abras la boca.
Desde ese momento Richard no me habló más, ni siquiera me miraba, evitaba al máximo tener contacto conmigo incluso se negaba a realizar cualquier gestión o corrección a mis dibujos, situación que a Claudio le molestaba mucho y lo trataba de mediocre porque él no conocía lo era trabajar en equipo y ser un verdadero profesional.
José Luis era un chiste, era un sujeto muy bueno para hablar y le fascinaba el cine de acción. Recuerdo que una de las pocas veces que conversamos yo le comentaba lo espectacular que encontré “Matrix Recargado”. Él no sólo se burló sino que me dijo que esa película era muy mala comparada con el primera parte ya que habían muchos diálogos y una trama muy compleja y faltaba acción y efectos especiales. Bueno, cuando él me dijo eso, yo decidí que no podía dirigirle la palabra a una persona que podría decir que el cine de Fellini o Buñuel era malo porque no tenia acción ni efectos especiales.
Eduardo (el Lalo) quizás era más normal. Él había probado la marihuana y se jactaba de eso, se había emborrachado para su despedida de soltero y lo contaba con especial orgullo, además, había ido a acampar por dos días al Lago Rapel: es decir, y al nivel de mis compañeros de oficina, era todo un hombre cosmopolita. Pero él era el que me trataba más mal de todos. Cuando él comentó lo de Rapel, yo dije que iba desde pequeño y que conocía muchos otros lugares muchísimo más agrestes y salvajes que ese. Dicho sea de paso los camping del Lago Rapel están lejos de ser una aventura ya que tienen agua potable, mesas, estacionamiento, luz eléctrica, entre otras comodidades, pero repito , para el nivel de mis compañeros, Lalo era el precedente y el ejemplo de libertad.
Bueno, el día continuaba y yo dibujaba en mi computador los planos de un centro comercial de la ciudad de Rancagua con mis “amistosos” compañeros de trabajo y mi “humano” jefe, cuando mis cuatro compañeros se pararon al mismo tiempo y se fueron a la oficina donde están las impresoras, a conversar. Como no aguanté la curiosidad de que estaban hablando rápidamente imprimí un plano de una planta de un edificio que había entregado hace mucho tiempo para acercarme a donde estaban ellos y averiguar que se tramaba.
- Mira es sencilla la cosa, – decía Lalo a los demás – yo conozco a unos de los funcionarios de la Inspección de Trabajo de la Zona Oriente, lo llamo y puede llegar de inmediato.
- Este conche su madre de Claudio ahora si que va a cagar – opinaba J.L. refregándose las manos con señal de hambre.
- Pero si nos echan, ¿que mierda voy a hacer yo? – aportaba Ximena con aire de angustia
- Mira Xime, si Claudio no se entera y planteamos todos la misma situación en la Inspección del Trabajo es muy probable que trasladen a Claudio a otra área o tal vez lo echen a él.
- Puta que sería bueno, ese maricón ya me ha cagado tres veces con las reuniones del colegio de mi niño, la profesora me dijo que si vuelvo a faltar cancelarán la matricula de mi hijo para el próximo año porque ellos quieren apoderados responsables que participen de la educación de los niños.
- ¿No me digai? – preguntaba Richard como para decir que estaba presente.
- Sí! La semana pasada, durante el proyecto del mall de Rancagua, tenía la reunión de padres ya apoderados el jueves a las siete y media y ¿sabis lo que me dijo?
- Dale mujer.
- Que tenía que terminar las elevaciones del módulo 3 porque él mañana quería entregar, y que viera yo que era más importante: una inservible reunión de padres y apoderados o mi trabajo. Por la mierda!!! Estuve hasta las 4 de la mañana de la noche anterior dibujando, cuando me dijo esto yo estaba entregando las elevaciones del módulo 2 y a las seis de la tarde me salió con la huevadita del módulo 3...¡puta que estoy picada!!!!
- Tranquilízate mujer, esto va a terminar – concluyó Lalo.
En eso ellos se percatan que yo había escuchado y se abalanzaron contra mi en el acto:
- No estai espiando hueocito – me interpeló Richard de una modo intimidatorio.
- Calma tu vocabulario conmigo por favor – me defendí.
- Cagamos, este hueón se lo va ha contar a Claudio... - sollozaba la Xime.
- Cálmate flaca – le dijo Richard – A ver... – se dirigió hacia mí – contigo no tengo ninguna buena onda, ni tampoco la quiero tener, no somos amigos y nunca lo seremos pero somos compañeros de trabajo y si escuchaste... por lealtad a nosotros guarda tu silencio.
- Él es leal solo con el Claudio, Richard. Tiene razón la flaca, cagamos – dijo José Luis en tono amenazador mostrándome los dientes.
- Mira salgamos de acá que Claudio está estacionando el auto – dijo Lalo mientras miraba por la venta hacia el primer piso – Después tendremos tiempo de hablar.
En ese instante todos saltamos hacia nuestras estaciones de trabajo y seguimos dibujando como siempre.
Claudio venia con un inusual sentido del humor que se manifestó en saludarnos a todos cortésmente y dándole una flor a Ximena diciéndole:
- Lo siento mucho por lo del otro día...
- No importan son cosas que pasan – le dijo Ximena con cara de enamoramiento, mientras Claudio caminaba silbando hacia su oficina.
- Miren, ese mono tiene sentimientos! - dijo J.L. aún con rabia mirándome a mi con cara de odio.
Esa tarde fue una tarde bastante productiva y sin la maldita música melosa y cursi de Arjona, lo que agradecí desde lo más profundo de mi corazón. También esa tarde no hice nada por molestar a mis compañeros y ellos tampoco hicieron nada por molestarme y fueron justamente esos momentos los que me hicieron pensar en lo sólo que estaba y lo aburrida que se había transformado mi vida.
Cómo había terminado antes mi trabajo diario opté por retirarme inmediatamente de la oficina con la intención de caminar a mi departamento y seguir pensando que voy a hacer con mi vida: ya llevaba 3 años sin tener polola y aunque nunca me faltaba algún tipo aventura con esas siempre fieles amigas con beneficio, sabía que nunca me iba a poder enamorar ni de esa vida ni de esas mujeres. Pensaba en las mujeres y en mis compañeros, una extraña mezcla.
Antes de comenzar mi caminata de 15 cuadras saque un cigarrillo y como no tenía fósforos ni encendedor me acerqué a una mujer que hablaba por teléfono celular. Le hice un gesto con mi mano simulando un encendedor y le mostré el cigarro, ella entendió inmediatamente y me pasó su encendedor y guiñándome el ojo coquetamente.
Cresta!!! Estaba “pinchando” con esa hermosa mujer de pelo castaño oscuro y ojos verdes con un espectacular cuerpo que dejaba ver su elegante traje de dos piezas con minifalda. Prendí el cigarrillo torpemente y casi se me calló el encendedor reconociendo tácitamente que aquella mujer me había puesto nervioso. Le devolví el encendedor y tragándome toda la saliva pude le decir:
- Gracias linda, eres muy amable.
- No hay problema - Me dijo sonriéndome nuevamente y yo probablemente puse una cara de estúpido sin igual ya que ella comenzó a reír tímidamente.
- ¿Pasa algo malo? – Dije extrañado
- Lo siento, no quise ser mal educada – Y entro ella inmediatamente al edificio dónde yo trabajo. En ese momento me imaginé que ella podría trabajar en el edificio pero no quise entusiasmare y seguí mi ruta hacia el departamento caminado y sonriendo como muy pocas veces lo hago. En ese momento se me olvidaron mis compañeros de trabajo y mi histórico trauma con las mujeres.