CAPÍTULO III
Desperté cuando se encendió la televisión mostrando las noticias de la mañana, probablemente dormí de corrido casi 20 horas y sin ayuda de fármacos ni de nada. La tristeza con la angustia, más el cansancio, hacen una combinación muy poderosa para lograr el sueño y al parecer esa combinación se había dado en mi cuerpo.
El día de ayer me habían despedido injustificadamente a mi entender, no obstante en estos últimos meses había comenzado a tratar de entender que existen varios puntos de vistas que pueden hacer “justo” lo que para otros no lo es. Pensé, por ejemplo, en Richard (mi ex-compañero) en su defensa acérrima de su barrio al intentar impedir, por todos los medios, que llegaran a ser vecinos personas erradicadas de un campamento marginal. Pensé que, si bien yo creía que su posición era de lo más clasista y discriminatoria, era lo justo para Richard y su familia y, obviamente hablando, desde su percepción del mundo, la ciudad y sus vidas. Me dio risa de mi mismo: le estaba dando la razón a un sujeto que siempre lo iba a considerar diametralmente distinto a mi desde lo moral hasta lo político.
Al ver la noticias de la mañana me di cuenta que no era necesario levantarme, bañarme y salir corriendo hacia la oficina, estaba despedido y debía pensar bien que iba a hacer y como iba a salir de este estado: la cesantía.
¿Qué hace un cesante? Siempre en las noticias mostraban a un sujeto de traje, con el nudo de la corbata suelto, con un diario en la mano, sentado en un banco de una plaza y agarrándose la cabeza como el perdedor más indigno que pudiera existir y una verdadera vergüenza para el país y para su familia. Esa imagen me parecía patética y de alguna forma me hacían sentir de la misma manera, es decir, como un perdedor; por lo tanto los medios de comunicación habían logrado su objetivo: hacer sentir a quienes luchan, como que no es suficiente la pelea (y nunca lo será)... Podrían, mejor, mostrar a ex-cesantes que sí ya habían conseguido trabajo y podían ser ejemplo de superación.
Yo vivía sólo desde los 23 años, desde que salí de un instituto de educación superior de renombre. La carrera de Dibujo Arquitectónico y Estructural había sido mi segunda oportunidad de estudiar después que me farreé la posibilidad de ser Ingeniero en Obras Civiles en la Universidad de Santiago.
Allí había entrado después de salir del colegio (salí bastante joven con sólo 16 años) y estuve 4 años tratando de estudiar pero me había dedicado casi exclusivamente a perder el tiempo bebiendo alcohol y jugando pool.
Durante ese tiempo vivía en casa de mis padres y era el orgullo de la familia, el primogénito varón de una pareja de profesores de educación básica que tenían 3 hijos: yo , Marco, el mayor: mi hermana Claudia, tres años menos que yo, y Raúl mi hermano chico 12 años menor que yo, “el conchito” como todos le decían cariñosamente.
Lamentablemente mi actitud, mi irresponsabilidad y mi apego al alcohol no me convirtieron en el hijo prodigío ni en el hermano a imitar en mi familia. Mis padres hacían todo lo posible por retrasar las aspiraciones de mi hermana de entrar a estudiar medicina debido a que no podrían costear dos carreras universitarias a la vez y fue por esa razón de que cuando yo ya llevaba 3 años en la universidad, mi hermana, en lugar de entrar a estudiar, tuvo que buscar un trabajo de promotora y comenzar a juntar dinero para ayudar a mis padres a pagar la educación de ella al año siguiente. En esos momentos pensaba que mi hermana tenía todo el derecho a odiarme ya que mi irresponsabilidad y mi egoísmo le obstaculizaba su posibilidad de desarrollo.
Quizás fui muy inmaduro al entrar a la universidad ya que en ese lugar se podía hacer de todo y todo era entendido como correcto, hasta tomar alcohol y drogarse. La Universidad de Santiago la comprendía un gran campus que en su parte trasera tenía una gran extensión de áreas verdes que en esos tiempos era ocupada por muchos grupos de personas que se juntaban a conversar, a beber y a fumar marihuana. Yo era bastante temeroso de las drogas y miraba a aquellos que las usaba como personajes perdidos y sin futuro, mucho más tarde me di cuenta que los puntos de vista sí pueden cambiar.
Yo me emborrachaba casi todos los días y ni siquiera en época de pruebas aprovechaba el tiempo. Me juntaba con unos compañeros de carrera que eran tan buenos o mejor para beber que yo y casi todos habíamos reprobado las mismas asignaturas, en consecuencia teníamos el mismo retraso. Sinceramente a ellos nunca les tuve aprecio, es más, jamás conocí más de sus vidas que el compartir una garrafa de vino o un pisco barato. Creo que nunca fui una persona muy sociable y quizás el alcohol en esos tiempos me ayudo para poder conocer gente, gente que jamás volví a ver.
Eran ya las 11:30 de la mañana cuando decidí levantarme, bañarme y cocinarme un abundante desayuno. Era paradójico el sentirme tan relajado y bien en esta nueva situación que me daba hasta miedo. Fue en el momento de estar comiendo y viendo en televisión extraños programas que nunca tenía posibilidades de ver, cuando sonó mi teléfono celular con un llamada de mi madre.
- Amorcito, lo llamé a trabajo y me dijeron que lo despidieron – me dijo en un tono de pena que me llegó a conmover- Usted sabe que su papá y yo estamos para ayudarlo y si eso significa volver a la casa no hay problema porque te acomodamos en la pieza de tu hermano chico.
- Mamá!!! No es necesario sólo llevo un par de horas desempleado, no exageres.
- Yo voy hablar con tío Renato para que te consiga un trabajo en la fábrica de pernos donde trabaja. No te preocupes hijo mío todo va a salir bien.
- Si mamá...
- Y si nos va mal con Renato, tu papá puede hablar con algunos de sus amigos de la Liga de Amigos del Fútbol porque yo sé que en ese lugar hay gente que tiene muchos contactos...
- Mamá!!! por favor termina...
- Y te cuento que la Claudita tiene un pololo y el papá de este trabaja en una empresa constructora y sé que allí necesitan dibujantes...
- Mamá por favor...
- Mi rey, no sabe lo mal que me he sentido al saber la noticia...
- ¿Qué noticia? – respondí con un obvio semblante de aburrimiento
- Qué lo despidieron pues mi niño, si le falta comida puede ir a buscar unos tallarines y unas salsas de tomates la casa y si no tiene plata para volver yo hablo con su papá para que lo venga a dejar a su casa.
- Ya mamá, gracias por todo, te debo cortar, tengo que salir.
- ¿A qué va a salir?, vaya a comprar el diario y vuelva a revisarlo a su casa! ¿Para qué va a salir a gastar dinero? No ve que debe cuidarlo.
- Mamá!!!!
- Mi niño, usted sabe que yo quiero mucho a mi regalón.
- Si yo también te quiero mamá, chao.
- Chao lindo, llámeme mañana ¿ok?
- OK, le llamaré. Besos y saludos al papá
Siempre cuando me llamaba mi mamá terminaba agotado, ella tenía un don especial que se traducía en la mejor manera de convertir una situación normal en un hecatombe de ribetes apocalípticos.
No sabia que hacer, a quien visitar, que ver en la televisión o dónde ir a pasear, no obstante caminé hasta el paradero de la micro y esperé algo que me llevara al centro.
Todo el mundo se queja de la ciudad de Santiago: que es cochina, que el smog, que el estrés, que la locomoción, que los atochamientos, que la delincuencia, etc... y terminan diciendo que a la primera oportunidad de emigrar de este infierno urbano llamado “Santiasco” lo harían sin la menor contemplación. Lo divertido que a la ciudad de Santiago cada día llega más gente y son muy pocos los que realmente se quieren ir.
La ciudad de Santiago desde mi perspectiva de ingeniero en Obras Civiles y arquitecto fracasado era un gran lugar donde vivir, con muchos parques por donde pasear y con muchísimas cosas que descubrir. Por ejemplo el centro de la ciudad estaba comprendido por varios paseos peatonales y una gran cantidad de galerías comerciales que se comunicaban entre sí, es decir, uno podía recorrer varias cuadras en el interior de estas galerías sólo saliendo al exterior para cruzar la calle. La mayoría de las galerías tenían tiendas de ropa pero habían galerías que eran más bien temáticas, o sea, había una galería con sólo tiendas de electrónica y computación , otras sólo con peluquerías, otras con agencias de viajes, etc.
Cuando comencé a pasear por el centro de la ciudad pensaba que cada día las chilenas eran más atractivas. Y era evidente, la mayoría de las mujeres menores de 25 años era muy superior en belleza (tanto de cara como de cuerpo) a las mujeres de más de 35 años, lo que le daba de alguna manera la razón a la teoría popular de que al pollo le pusieron hormonas y ese es el argumento que la mujer chilena hubiera pasado sin preámbulos desde la copa “A” a la copa “B” en sólo una generación.
Era el día siguiente al día que me habían echado de mi empleo, y era un día espectacular. Estaba muy entretenido paseando por el centro de Santiago cuando al pasar por fuera de un cine veo los rutilantes afiches de las películas, así que me detuve y elegí una película con la clara intención de verla. Elegí al final una película francesa llamada “Irreversible” sólo porque actuaba la Mónica Bellucci (una de las mujeres más sexy sobre la faz de la tierra), no sabia nada de la película y los afiches tampoco decían mucho. Pensé en comprar el diario o una revista donde saliera algo de la película, alguna reseña o crítica o preguntarle a alguno de empleados del cine de que se trataba la película, pero decidí arriesgarme y entrar a verla con la mente en blanco.
La sala dónde la estaban dando era de las salas pequeñas con capacidad de no más de 100 personas y como era recién pasadas la una de la tarde en el cine no habían más de 10 personas incluyéndome a mi, la mayoría parejas. La trama de la película contaba la historia al revés de una violación y era bastante cruda y explícita en sus escenas, típico del cine francés que en mi humilde opinión debe valerse de esos argumentos para potenciar tramas que son bastante opacas. Ver la película fue casi una tortura y cuando terminó y se prendieron las luces vi en el cine a un sujeto que trabaja en mi trabajo (perdón mi antiguo trabajo), era uno de los subgerentes (o jefes) del área de marketing y venía acompañado de una mujer que definitivamente no era su esposa ya que ella era demasiado joven y hermosa para él.
Al cruzarnos, él intento no saludarme pero yo me anticipé para decirle un tímido “hola” cuando me doy cuenta que la mujer que lo acompañaba era la mujer de ojos verdes que me había convidado fuego hacía varios días atrás. Ella probablemente no me recordaba y después de ese escueto saludo salí detrás de ellos del cine.
Por la cabeza se me pasó la idea más maquiavélica que se me podrían ocurrir: tenía tiempo de sobra y estaba aburrido así que decidí seguir a la pareja por el centro del ciudad así como jugando al detective. Prendí un cigarrillo, compré el diario y comencé a seguirlos sin que ellos se dieran cuenta.
Avanzamos como tres cuadras doblando en la tercera a la derecha. Allí a mitad de cuadra entraron a un sospechoso edificio de oficinas, yo me apuré y vi que subieron solos al ascensor bajándose ellos en el piso 12. Esperé un rato en el vestíbulo del edificio disimulando y tratando de acordarme el nombre del sujeto, es ese momento le pregunto a una especie de promotor que estaba afuera del edificio qué había en le piso 12. Él me responde que allí funciona uno de los hoteles parejeros más exclusivos del centro y que en su interior hay habitaciones temáticas con decoraciones como de Egipto, el Far West, la selva tropical, etc.,para terminar el sujeto me da una tarjeta de un nigth club que funcionaba en el mismo edifico... uff!!! Y sólo eran las dos de la tarde.
No fue de mi sorpresa que novedosa investigación estaba comenzando de una manera muy excitante, así que atravesé la calle a un pequeño bar frente a la puerta del edificio, perdí un shop grande y me puse a leer el periódico que había comprado no sacando la vista de la puerta del edificio.
Ya me había tomado todo el shop y aun me quedaba diario por leer y aún no salía la sospechosa pareja de edificio así que me animé y me pedí otra cerveza pero antes pasé rápidamente al baño para no perder la posibilidad de seguir con mi espionaje. Me sentía ridículamente emocionado y las burbujas de la cerveza me hacían ser más convincente en la seriedad de mi investigación.
Cuando vi salir a la pareja pedí la cuenta rápidamente y salí del bar para seguirlos sigilosamente, caminaron algunas cuadras más conversando y tomaron un taxi, yo inmediatamente paré otro auto y le dije al chofer al mejor estilo de Hollywood “Siga a ese auto”. El chofer del taxis me miro con una cara que quería decir “pobre hueón cornudo” pero me dio lo mismo y me relajé mientras seguíamos el auto.
El auto siguió al Oriente cuando sonó mi celular: era Esteban uno de mi históricos amigos que me invitaba esta noche a un asado en la azotea del edificio donde vive su polola, mientras saqué un lápiz para anotar la dirección no me percaté que la mujer del auto se había bajado y al preguntarle al chofer este me dijo que se bajó y caminó hacia la derecha. Cómo había perdido a la mujer decidí abortar la misión y bajarme, además tenía ganas de orinar ya que la ultima cerveza me la había tomado muy rápido.
Me había bajado como a una cuadras de mi antiguo empleo y las ganas de orinar me estaban superando. Sin vacilar caminé hasta el edificio de mi antiguo trabajo y entré con la excusa que se me habían quedado algunas pertenencias personales importantes. No me hicieron problemas para entrar pero tuve que utilizar una credencial que decía “Visita”.
Al llegar a mi lugar de trabajo estaba completamente sólo entonces pasé inmediatamente al baño, suspiré de relajo una vez que evacué totalmente mi vejiga, aproveché de sacar un cepillo de dientes de emergencia que siempre guardaba y me lavé los dientes, al salir comencé a revisar mi escritorio.
Cuando estaba revisando unos papeles sin importancia y rompiendo aquellos que eran sólo basura, aparecieron mis ex-compañeros de trabajo. Eduardo y Richard me saludaron cortésmente como nunca lo habían hecho, la Xime me miró con una especial cara de ternura, me beso en la mejilla y me dijo al oído que estaba muy triste por lo mi situación. Después me contaron que este Viernes iban a ir a un “happy hours” para la despedida de José Luis y querían invitarme a mi.
Escuchar a Eduardo, Richard y Ximena invitarme a un trago fue más que una sorpresa para mi. Creo que trabajé más dos años con ellos y jamás me invitaron ni a fumar un cigarro, en las fiestas de Navidad o de Fiestas Patrias jamás habían compartido nada y muy pocas veces habían sido corteses conmigo, definitivamente las cosas estaban cambiando.
Si bien me gustó mucho la invitación opté por entregar una respuesta evasiva comprometiéndome a confirmar la invitación, guardé algunas cosas en una caja de cartón y me despedí. Al despedirse, la Xime se me acercó y pegó su voluptuoso pecho en mío y me dijo en el oído: “me encantarías que fueras con nosotros”. Ese especial susurro me movió absolutamente todas las hormonas y salí de mi ex-oficina cuestionándome nuevamente la extraña invitación. Al pasar por el umbral de la salida del edificio veo pasar corriendo dos niños y detrás de ellos una gorda mujer, me doy vuelta y esos niños estaban abrazando a al sujeto que había seguido durante la tarde, allí recordé su nombre: Carlos Olivares, jefe de marketing, un excelente empleado, un ejemplar padre de familia, un cariñoso esposo, pero con una mujer “cornuda” y una amante espectacular... y uno... siempre sólo, pensé en llamar a alguien que me regaloneara...
Tomé un taxis y me fui inmediatamente a mi casa, el espionaje, el susurro de Ximena, la amante de Olivares (que era la mujer del cigarro) me tenían bastante caliente y demasiado inquieto. Así que cuando estuve en mi casa comencé a buscar los teléfonos de las clásicas amigas con ventaja que jamás descuidaba:
- Aló? Macarena, soy Marco ¿cómo estai?
- ¿Marco? ¿Marco Mas? Que rico que llamaste!!!!... ¿Cómo estai? ¿qué es de tú vida? Tanto tiempo que no nos vemos ¿dos meses? ¿tres?
- Bueno para eso te llamo, me gustaría verte.
- Pucha Marquito a mi me encantaría verte también.
- Oye... y no quieres venir a mi visitarme a mi casa, tengo una botella de vino
- Pucha Marquito, no puedo, sabes estoy con alguien y vamos a ir cine...
- No me digai? - me tiritó la voz por alguna razón - ¿pero no me has olvidado cierto? Y si te paso a buscar después del cine y te vienes a quedar conmigo...tú sabes... como los viejos tiempos MmMm?
- No!!! Cómo crees que voy a olvidar a un amigo como tú. Pero sabes Marquito, yo ahora estoy en otra parada y sabes creo que lo que hacíamos no lo vamos a seguir haciendo... creo que...
- Cresta!!! Están llamando la puerta, después te llamo y seguimos conversando – inventé lo de la puerta para terminar la conversación ya que una ira sin comparación me recorría por dentro.
- Ok, nos comunicamos, quiero presentarte a mi pololo. Chao.
- Chao, besos donde más te guste
- Ay pesadito...Chao.
Mierda, mierda, mierda y más mierda. Macarena Salas, la eterna mujer con desorden alimenticio con pololo!!! La Maca Salas negándome!!! Antes bastaba sólo una llamada telefónica y ella cruzaba toda la ciudad y llegaba a mi casa para únicamente tener sexo. Jamás habíamos caminado juntos por alguna calle o plaza, ella no sabía donde trabajaba, ni de mis amigos ni menos de mi familia, ella era mi más leal amante, sin preguntas y con muchas caricias. Ahora la guatona Maca me quería presentar a su pololo ¡que desfachatez!
Intenté calmarme y comencé a buscar otros número telefónicos. Intenté con el teléfono de Carolina, no contestó. Llamé a Pilar, su teléfono se decía que yo no funcionaba y así me di cuenta que estaba más que tirado, estaba sólo, cesante, abandonado y caliente... todo un perdedor... quería llorar... En ese momento sonó el teléfono:
- Aló hueón , soy el Esteban
- Hola hueón ¿que queris? estoy ocupado
- Es Rápido!!!, vai a ir al asado de la Coté?
- Puta hueón estoy medio achacado, realmente no tengo ganas
- Loco, vamos a tirar la talla ¿te paso a buscar a las 10:30?
- Puta hueón...
- Dale loco, no seai hueón, animáte!!!! 10:30 OK?
- 10:30 – Dije con cierto sentimiento de resignación
En ese momento me di cuenta que estaba cesante, aburrido y tenia un carrete, que mejor para pasar el mal momento y ver la vida con nuevo bríos. Así que me relajé y puse el reloj a las 9:30 para dormir una buena siesta que me sacara los estúpidos pensamientos de la cesantía, le mina del cigarro y Carlos Olivares, el “happy hours” de mañana con mis compañeros, la Xime, la guatona Maca y los dos shop de cerveza... Me recosté tranquilamente y absolutamente desnudo, intenté relajarme y recordé que tenía una película porno que le había quitado a mi hermano chico como hace un mes: el Raúl, el Conchito, doce años y con películas pornográficas ¡a dónde llegará este país! me dio risa.
La históricamente vapuleada e inmoralizada pornografía me ayudó a la relajarme. Hacía tiempo que no veía a esas grandes tetas saltar al ritmo de gemidos, esos sugerentes “close up” de vaginas y penetraciones anales, esas posiciones extrañas que sólo se logran con una pareja estable y ebria, en fin... la espectacular pornografía me estaba ayudando a soportar la tristeza, la incertidumbre, le rabia, el misterio y todo lo que atormentaba mi cabeza. Tuve una erección sin sentimientos de culpa y después de algunos auto-masajes apoyados con este material audio visual pude conciliar un sueño más que reparador, eran como las seis de la tarde.